En su columna México, S.A., del diario La Jornada, Carlos Fernández-Vega ofreció en dos partes, la semana pasada, un reportaje sobre lo que para nuestro país significa, en términos económicos, formar parte del Fondo Monetario Internacional. Ya no seremos miembros comunes del FMI, sino que tendremos una representatividad, digamos, "especial"... en razón de las aportaciones hechas a la institución. Aparte de la dudosa utilidad de la membresía especial, y de ser -así lo considero- una injusticia para los países que dentro del FMI no puedan realizar tales aportaciones, la chantajista medida, y su bobo acatamiento por parte de nuestro gobierno, agreden groseramente las finanzas mexicanas, como ilustra el reportaje.
FMI: democracia de mentiritas
20 de septiembre de 2006
Hacienda, manipuladora
Al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a las naciones que lo controlan les encanta jugar a la democracia, a la democracia de a mentiritas. Y al gobierno mexicano, vía Secretaría de Hacienda, también.
Con bombo y platillo, la Junta de Gobernadores del FMI, reunida en Singapur, aprobó "reformar" el sistema de cuotas y representación del propio organismo para que distintos países en él participantes tengan "mayor poder" en la toma de decisiones. México fue uno de los "beneficiados", y en Hacienda no caben del gusto.
Antidemocrático desde su fundación seis décadas atrás, el FMI venía advirtiendo sobre la existencia de un "déficit de democracia" en la estructura de votación y de toma de decisiones en el seno del organismo. Y consciente de ello, procedió a "resolver" el entuerto.
Decidió que era justo que México, China, Corea del Sur y Turquía incrementaran su poder de voto en el seno del FMI. En consecuencia, su Junta de Gobernadores autorizó "sustanciales" incrementos para esas naciones, "para llevarlas a niveles que reflejen con mayor fidelidad su importancia relativa en la economía mundial" (Hacienda dixit).
Pues bien, con esa histórica decisión, el poder de voto de México se incrementa de 1.2 a 1.4 por ciento; el de China, de 2.9 a 3.6 por ciento; el de Corea del Sur, de 0.7 a 1.3 por ciento, y el de Turquía, de 0.4 a 0.5 por ciento. Democracia pura, pues.
La Secretaría de Hacienda está feliz, y por ello "olvidó" contextualizar la información. En un comunicado oficial, la eufórica dependencia celebra que "con este aumento las acciones (poder de voto) de México en el FMI se incrementarían 22 por ciento, convirtiéndose en el principal accionista de América Latina, acorde con la importancia y el peso de la economía mexicana en la región".
Así, de sopetón, 22 por ciento de aumento suena maravilloso, exitosísimo en pleno mes de la patria, pero si se contextualiza el dato (lo que "olvidó" Hacienda") sabremos que tras la decisión de la Junta de Gobernadores el poder de voto de México en el FMI se mantiene tan raquítico como antes, como siempre, porque se "incrementa" de 1.2 a 1.4 por ciento (ese 22 por ciento), lo que desvirtúa lo dicho por la dependencia a cargo de Gil Díaz, en aquello de "...acorde con la importancia y el peso de la economía mexicana en la región".
Debe entenderse, pues, que el 100 por ciento de nada, es nada; que Hacienda descaradamente manipula la información; que, junto con el FMI, juega a la democracia de a mentiritas y que las decisiones en el seno del organismo financiero y sus draconianas políticas seguirán en manos de los de siempre, afectando, también, a los de siempre.
En el juego de la democracia de a mentiritas los dueños de las cartas son los de siempre, porque en sus seis décadas de existencia lo menos que ha pasado por las oficinas del FMI y las de su titiritero, el gobierno de Estados Unidos, ha sido el tema de la democratización de la toma de decisiones, ni mucho menos el equilibrio de la estructura de votación.
En septiembre de 2006, el Grupo de los Siete (G-7: Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Japón) concentra 45.29 por ciento de las cuotas y 46.08 por ciento de los votos en el FMI, y sólo el primero de los países citados acapara 17.14 y 17.08 por ciento del total de cuotas y votos, respectivamente. Rusia tiene 2.79 por ciento de las cuotas y 2.74 por ciento de los votos.
En cambio, las naciones de América Latina -laboratorio de las "reformas estructurales" diseñadas y aplicadas por el FMI y el Banco Mundial- cuentan con una capacidad de decisión por demás limitada: 7.6 por ciento de los votos en conjunto (incluido Caribe). Por ejemplo, Brasil, 1.41 por ciento de los votos; México con 1.2 (crecería a 1.4); Argentina 0.98; Chile 0.4 y las centroamericanas, en conjunto, 0.04 por ciento.
Al 7 de septiembre pasado, el monto de las cuotas aportadas por las 184 naciones participantes en el FMI llegó a 213 mil 478.4 millones de derechos especiales de giro (alrededor de 294 mil millones de dólares), y el número de votos a 2 millones 176 mil 37. De ese total, Estados Unidos se queda con el 17.4 y 17.08 por ciento, respectivamente; México, con 1.21 y 1.2 por ciento, en cada caso, pero gracias a la eufórica Secretaría de Hacienda ya "creció 22 por ciento".
Eso sí, por ser el gran concentrador de cuotas y votos, Estados Unidos tiene "derechos" en el Directorio Ejecutivo del FMI, que le permiten "vetar ciertas cuestiones importantes de política". Han transcurrido seis décadas y la membresía pasó de 29 a 184 países, pero en el juego de la democracia de a mentiritas la sacrosanta estructura de votación permanece intacta.
Las rebanadas del pastel:
Va otra de colegas: "Habemos ex trabajadores de Excélsior despedidos desde hace cinco años por no pagarnos nuestro trabajo y con demandas ante la Junta de Conciliación que no hemos visto un solo peso de todo lo que nos deben. Eso sí, estamos seguros de que ganaremos nuestras demandas, aunque sea a la larga y tendrán que pagarnos mucho más de lo que hasta ahora nos deben" (Isabel García).
FMI: democracia de mentiritas II
21 de septiembre de 2006
Hacienda, manipuladora II
Fue tal la alegría que en ella provocó la decisión del Fondo Monetario Internacional, que la Secretaría de Hacienda no sólo "olvidó" detallar el verdadero peso específico del "aumento" del voto mexicano en el seno del organismo financiero (de 1.2 a 1.4 por ciento del total), sino que dejó en el tintero una información fundamental para quienes pagan los festines, aunque nunca sean invitados, es decir, los contribuyentes.
¿Cuánto le costará a los mexicanos el nuevo "logro" del gobierno del "cambio"? ¿Cuánto el "aumento" del poder de voto en las decisiones del Fondo Monetario Internacional? ¿Cuánto, pues, el regocijo que en Vicente Fox y Francisco Gil Díaz provoca jugar a la democracia de a mentiritas?
A la jubilosa Secretaría de Hacienda no se le hizo pertinente mencionar que nada, absolutamente nada es gratuito en el Fondo Monetario Internacional. Por ello, el "reconocimiento" a la "importancia y el peso de la economía mexicana" costará a los que pagan impuestos la friolera de 836.25 millones de dólares (algo así como 569 millones de derechos especiales de giro, la "moneda" del FMI), una cifra que traducida a pesos se aproxima a los 9 mil 200 millones. Lo anterior, sin considerar los cerca de 3 mil 800 millones de dólares (2 mil 585.8 millones de derechos especiales de giro) que dan cuerpo a la "cuota" que mantiene el gobierno mexicano en el Fondo Monetario Internacional.
Para dar una idea, esos 9 mil 200 millones de pesos que costará comprar el "reconocimiento" del FMI se comparan con los siguientes presupuestos autorizados para 2006: apoyar acciones para el desarrollo social y urbano en zonas urbanas marginadas, 2 mil 60 millones (4.46 veces menos que la jugada de Paco Gil); Programa Sectorial de Vivienda, 3 mil 586 millones (2.56 veces menos); desarrollo regional, 5 mil 739 millones (40 por ciento menos); generar empleo temporal con recursos públicos, 150 millones (61.3 veces menos); apoyo a proyectos sociales y productivos de combate a la pobreza en coinversión con gobiernos locales, organizaciones sociales e instituciones mil 39 millones (8.8 veces menos) y Liconsa, con sus 200 millones de litros de leche para la población de escasos recursos, 6 mil 178 millones (33 por ciento menos).
Todo indica que Paco Gil convenció al inquilino de Los Pinos sobre la "importancia" que para México representaba un "aumento" de dos décimas de punto porcentual (de 1.2 a 1.4 por ciento) en su poder de voto en el seno del FMI, y que pagar alrededor de 9 mil 200 millones de pesos realmente era una bicoca comparado con el éxito que se alcanzaría, aunque ello implicará reforzar la política de enfrentamiento con los países latinoamericanos y de sobajamiento con los güeros del norte.
¿De dónde saldrá el dinero para pagar la "confianza" y el "reconocimiento" del FMI "a la importancia y el peso de la economía mexicana", como asegura Hacienda? Si no es de los excedentes petroleros -tan guardaditos, tan invisibles, pero tan utilizados para embellecer los "logros" del "cambio"- o de las reservas internacionales del Banco de México, entonces tendrán que sacar la tijera y recortar los presupuestos de las dependencias públicas.
Por ejemplo, y para evitarse mayores vueltas, podrían acabar con el de la Secretaría de Seguridad Pública (federal), que prácticamente es igual (9 mil 272 millones de pesos contra casi 9 mil 200 millones) a lo que el gobierno mexicano pagará por jugar a la democracia de a mentiritas en el casino del Fondo Monetario Internacional. O el de la Secretaría de Marina (9 mil 163 millones), que después ni para gasolina tiene.
De no ser así, podrían desaparecer el presupuesto del Consejo Nacional de ciencia y Tecnología (8 mil 859 millones de pesos), aunque les faltaría cerca de cuatro por ciento de ese monto para completar. Otra alternativa es nulificar el presupuesto autorizado al Poder Legislativo (6 mil 914 millones de pesos), aunque en Los Pinos no deben olvidar que el juego de la democracia de a mentiritas en el FMI y la "confianza" que el gobierno federal compró en el organismo financiero tienen que ser "ratificadas" por dicha instancia, de tal suerte que sería peligroso aplicar la tijera en esta zona.
Un funcionario del FMI, citado por la agencia Notimex, resumió el referido "aumento" del poder de voto: "no existe tal cosa como una comida gratis; sentarse a la mesa cuesta", aunque no se coma. Y el gobierno mexicano está dispuesto a pagar lo que sea, a sacrificar recursos públicos que bien podrían destinarse a renglones productivos o a los sectores sociales más desprotegidos, porque supone que con decisiones como la señalada se embellece el rostro, cuando en realidad no hace más que dilapidar los siempre escasos recursos públicos.
Cuatro mil 600 millones de pesos por décima de punto porcentual de "aumento" en el poder de voto y anunciarlo como un "logro" más del "cambio" no sólo es jugar a la democracia de a mentiritas, sino un atraco al erario.
Las rebanadas del pastel:
¿De a cómo la botellita de coñac, mi cardenal precioso?
lunes, septiembre 25, 2006
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4 comentarios:
Si Brasil se salió del F.M.I. también México deberiamos salirnos.
...
Hola Erat, Toncha y Beam:
Oye que barbaridad, cantidad de post este fin de semana.
El de Crónica de una Imposición estuvo muy bueno. Lo de Wall Mart vaya, que dolor me da que muchas personas piensan que la entrada de inversionistas extranjeros es buena en todos los casos (que por que generan empleos). Entran a explotar a nuestros trabajadores, mal pagados y además con imposiciones laborales muy a doc con las escuelas religiosas donde los hombres no deben mezclarse con las mujeres, les imponen como vestirse y que tipo de relaciones tienen que llevar. puaffffff,
Nuestro gobierno quiere presumir como es típico de los de derecha que formamos parte de una elite.
Que triste pero que real.
Yo seguire apoyando al Peje, no deseo que mi pais continue igual...
Mafalda
Lo unico malo es que, para salirnos del F.M.I. debemos tener una intención de pago a los adeudos que actualmente tiene el país com ese organismo...
Saludos, Bro!
Después de leer los posts, mi conclusión es que somos el laboratorio de mierda más "amigable" del mundo.
¡Pásenle, pásenle! ¡aquí se aplican a pie juntilas políticas neoliberales! ¡se oficializan monopolios! ¡se realizan rescates al por mayor! ¡se rematan recursos naturales! ¡Pásele! ¡se vende país, sin enganche, sin intereses, sin beneficio alguno para la población!
Aplican restricciones, sujeto a financiación de campañas electorales de odio.
Sniff
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