jueves, diciembre 13, 2007

«He sido un asesino psicópata»

Jimmy Massey: «He sido un asesino psicópata»*
Testimonio de un ex soldado marine de EEUU que peleó en Irak

Rosa Miriam Elizalde**
Red Voltaire
22 de noviembre de 2007

Durante casi 12 años el sargento Jimmy Massey fue un marine de corazón duro. En marzo del 2003, llegó a Irak con las tropas invasoras y dirigió a 45 hombres que no dudaron en matar a civiles inocentes. Jimmy Massey participando en la Feria del Libro de Caracas, donde presentó su libro Cowboys de Infierno, un crudo testimonio del genocidio que EE.UU. comete día a día contra el pueblo iraquí. El ex marine responde a las preguntas de la periodista cubana Rosa Miriam Elizalde de Cubadebate. Desde Caracas.
Dos fotografías del soldado Jimmy Massey en Irak al desencadenarse la invasión estadounidense en marzo 2003.

«Tengo 32 años y soy un asesino psicópata entrenado. Las únicas cosas que sé hacer es venderle a los jóvenes la idea de enrolarse en los marines y matar. Soy incapaz de conservar un trabajo. Para mí los civiles son despreciables, retrasados mentales, unos débiles, una manada de ovejas. Yo soy su perro pastor. Soy un depredador. En el Ejército me llamaban "Jimmy el Tiburón"».

Este es el segundo párrafo del libro escrito hace tres años por Jimmy Massey, con la ayuda de la periodista Natasha Saulnier, que fue presentado en la Feria del Libro de Caracas. Cowboys de Infierno es el relato más violento que se haya escrito hasta ahora de la experiencia de un ex miembro del Cuerpo de Marines, uno de los primeros en llegar a Irak durante la invasión del 2003 y que decidido a contar todas las veces que sean necesarias qué significa haber sido por 12 años un despiadado marine y por qué lo cambió la guerra.

Jimmy asistió como panelista al taller principal de la Feria, que tiene un título polémico: «Estados Unidos, la Revolución posible», y su testimonio ha sido quizás el de mayor impacto en la audiencia. Lleva el pelo con un corte militar, espejuelos oscuros, camina con aires marciales y sus brazos están completamente tatuados. Parece exactamente lo que era: un marine. Cuando habla es otra cosa: alguien profundamente marcado por una aterradora experiencia que intenta evitarle a otros jóvenes incautos. Como asegura en su libro, no ha sido el único que mató en Irak: esta fue una práctica constante entre sus compañeros. Cuatro años después de dejar la guerra, todavía vive perseguido por las pesadillas.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Qué significan todos esos tatuajes?

Jimmy Massey: Tengo muchos. Me los hice en el Ejército. En la mano (señala la zona entre los dedos pulgar y anular), el logo de Blackwater, el ejército mercenario que fue fundado donde yo nací, en Carolina del Norte. Me lo hice en un acto de resistencia, porque los marines tienen prohibido tatuarse la zona que va de las muñecas a las manos. Un día los integrantes de mi pelotón nos emborrachamos y todos nos hicimos el mismo tatuaje: un cowboy de ojos inyectados en sangre sobre varias ases, que representan la muerte. Quiere decir exactamente eso que estás pensando: «mataste a alguien». En el brazo derecho, el símbolo de los marines, con la bandera norteamericana y la Texas, donde me enrolé en el Ejército. En el pecho, del lado izquierdo, un dragón chino que desgarra la piel y significa que el dolor es la debilidad escapándose del cuerpo. Lo que no nos mata nos hace más fuerte.

Tapa del libro Cowboys del Infierno que fue presentado en la Feria del Libro de Caracas (FILVEN 2007) y en presencia de Jimmy Massey. Usted podrá pedir el libro escribiendo a la editorial Timéli: mail@timeli.ch y apoyar de esta manera a nuestras investigaciones periodísticas.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Por qué dijo que en el Cuerpo de Marines encontró las peores personas que usted ha conocido en su vida?

Jimmy Massey: Estados Unidos solo tiene dos maneras de usar a los marines: para tareas humanitarias y para asesinar. En los 12 años que yo pasé en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos jamás participé en misiones humanitarias.

Rosa Miriam Elizalde: Antes de ir a Irak usted reclutaba a jóvenes para que ingresaran en el Ejército. ¿Qué significa ser un reclutador en Estados Unidos?

Jimmy Massey: Ser un mentiroso. La administración Bush ha forzado a la juventud norteamericana para que se enrole en el Ejército y lo que básicamente hace –y yo hice también- es tratar de ganar gente con incentivos económicos. Durante tres años recluté a 74 personas, que nunca me dijeron que querían entrar en el Ejército para defender al país ni argumentaron ninguna razón patriótica. Querían recibir dinero para ir a una universidad u obtener un seguro de salud. Y yo les describía primero todas esas ventajas y solo al final les hablaba de que iban a servir a la patria. Jamás recluté al hijo de un rico. Para mantener el trabajo, los reclutadores no podíamos tener escrúpulos.

Rosa Miriam Elizalde: Ahora el Pentágono ha relajado más los requisitos para entrar al Ejército. ¿Qué significa eso?

Jimmy Massey: Los estándares para el reclutamiento han descendido enormemente, porque casi nadie quiere enrolarse. Ya no es un impedimento tener problemas mentales ni antecedentes criminales. Pueden ingresar personas que han cometido felonías, es decir que han sido sentenciadas a más de un año de cárcel, lo que se considera un delito serio. Pueden ingresar muchachos que no han terminado los estudios preuniversitarios. Si pasan la prueba mental, ingresan.

Rosa Miriam Elizalde: Usted cambió después de la guerra, pero ¿qué sentimientos tenía antes?

Jimmy Massey: Yo era como otro soldado cualquiera, que creía en lo que le decían. Sin embargo, desde que estaba reclutando comencé a sentirme mal: como reclutador tenía que mentir todo el tiempo.

Rosa Miriam Elizalde: Sin embargo, creyó que su país se enrolaba en una guerra justa contra Irak.

Jimmy Massey: Sí. Los reportes de inteligencia que recibíamos decían que Saddan tenía armas de destrucción masiva. Después descubrimos que todo era mentira.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Cuándo se enteró que lo habían engañado?

Jimmy Massey: En Irak, a donde llegué en marzo de 2003. A mi pelotón le tocó ir a los lugares que habían sido del Ejército iraquí y vimos miles y miles de municiones en cajas que llevaban la etiqueta norteamericana y estaban ahí desde que los Estados Unidos ayudaban al gobierno de Saddan en guerra contra Irán. Vi cajas con la bandera norteamericana y hasta tanques de EE.UU. Mis marines –yo era sargento de categoría E6, un rango superior al sargento, y dirigía a 45 marines- me preguntaban por qué había municiones de nuestro país en Irak. No entendían. Los informes de la CIA afirmaban que Salmon Pac era un campo de terroristas y que íbamos a encontrar armas químicas y biológicas. No encontramos nada. En ese momento empecé a pensar que nuestra misión realmente era el petróleo.

Rosa Miriam Elizalde: Las líneas más perturbadoras de su libro son esas donde usted se reconoce como asesino psicópata. ¿Puede explicar por qué lo dice?

Jimmy Massey: He sido un asesino psicópata porque me entrenaron para matar. No nací con esa mentalidad. Fue el Cuerpo de Infantería de Marina quien me educó para que fuera un gangster de las corporaciones estadounidenses, un delincuente. Me entrenaron para cumplir ciegamente la orden del Presidente de Estados Unidos y traerle a casa lo que él pidiera, sin reparar en ninguna consideración moral. Yo era un psicópata porque nos ensañaron a disparar primero y a preguntar después, como lo haría un enfermo y no un soldado profesional que solo debe enfrentar a otro soldado. Si había que matar a mujeres y a niños, lo hacíamos. Por tanto, no éramos soldados, sino mercenarios.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Qué experiencia exactamente le hizo a usted llegar a esa conclusión?

Jimmy Massey: Hubo varias. Nuestro trabajo era ir a determinadas áreas de las ciudades y ocuparnos de la seguridad en las carreteras. Hubo un incidente en particular -y muchos más- que realmente me llevó hasta el borde del precipicio. Afectó a un coche que llevaba civiles iraquíes. Todos los informes de inteligencia que nos llegaban decían que los carros iban cargados con bombas y explosivos. Esa era la información que recibíamos de la inteligencia. Los carros llegaban a nuestros controles y hacíamos algunos disparos de advertencia; cuando no detenían su marcha a la velocidad que indicábamos, disparábamos sin contemplaciones.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Con las ametralladoras?

Jimmy Massey: Sí. Esperábamos que hubiera explosiones al acribillar cada vehículo. Pero nunca oímos nada. Luego abríamos el carro y ¿qué encontrábamos?: muertos o heridos, y ni una sola arma, ninguna propaganda de Al Qaeda, nada. Salvo civiles en el lugar equivocado y en el momento equivocado.

Rosa Miriam Elizalde: Usted también relata cómo su pelotón ametralló una manifestación pacífica. ¿Es así?

Jimmy Massey: Sí. En los alrededores del Complejo Militar de Rasheed, al sur de Bagdad, cerca del río Tigris. Había manifestantes al final de la calle. Eran jóvenes y no tenían armas. Y cuando avanzamos había ya un tanque que estaba aparcado a un lado de la calle. El conductor del tanque nos dijo que eran manifestantes pacíficos. Si los iraquíes hubieran querido hacer algo podían haber volado el tanque. Pero no lo hicieron. Sólo estaban manifestándose. Eso nos hizo sentirnos bien porque pensamos: «Si fueran a dispararnos, lo habrían hecho ya». Ellos estaban como a 200 metros de nuestro retén.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Quién dio la orden de ametrallar a los manifestantes?

Jimmy Massey: Del alto mando nos dijeron que no perdiéramos de vista a los civiles porque muchos fedayines (combatientes) de la Guardia Republicana se habían quitado los uniformes, se habían puesto ropas de civiles y estaban desencadenando ataques terroristas contra los soldados estadounidenses. Los informes de inteligencia que nos daban eran conocidos básicamente por cada miembro de la cadena de mando. Todos los marines teníamos muy clara la estructura de la cadena de mando que se organizó en Irak. Yo creo que la orden de disparar a los manifestantes vino de altos funcionarios de la Administración, eso incluía tanto a los centros de inteligencia militar como gubernamental.


Rosa Miriam Elizalde: ¿Usted qué hizo?

Jimmy Massey: Yo regresé a mi vehículo, un humvee (un jeep altamente equipado) y escuché un tiro por encima de mi cabeza. Mis marines empezaron a disparar y yo también. No nos devolvieron ningún disparado, mientras que yo había disparado 12 veces.

Quise asegurarme de que habíamos matado según las normas de combate de la convención de Ginebra y los procedimientos operativos reglamentarios. Intenté olvidarme de sus caras y busqué las armas, pero no había ninguna.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Y sus superiores cómo reaccionaron?

Jimmy Massey: Me dijeron que «la mierda ocurre».

Rosa Miriam Elizalde: Cuando sus compañeros se enteraron que habían sido engañados, ¿cómo reaccionaron?

Jimmy Massey: Yo era segundo en el mando. Mis marines me preguntaban por qué estábamos matando a tantos civiles. «¿Tú puedes hablar con el teniente?», me preguntaron. «Diles que tiene que haber retenes adecuados, preparados por los ingenieros de combate». La respuesta fue: «No». En el momento en que los marines descubrieron que era una gran mentira, enloquecieron más.

Nuestra primera misión en Irak no fue para dar apoyo humanitario, como decían los medios, sino para asegurar los campos petroleros de Bassora. En la ciudad de Karbala usamos la artillería por 24 horas. Fue la primera ciudad que atacamos. Yo pensé que íbamos a darle ayuda médica y alimenticia a la población. No. Seguimos de largo hasta los campos petroleros. Antes de llegar a Irak, estuvimos en Kuwait.

Llegamos en enero de 2003 y nuestros vehículos estaban llenos de comida y medicina. Le pregunté al teniente qué íbamos a hacer con los suministros, pues apenas cabíamos nosotros con tantas cosas dentro. Me dijo que su capitan le había ordenado dejar todo en Kuwait. Poco después nos dieron la orden de quemarlo todo: alimentos y suministros médicos humanitarios.

Rosa Miriam Elizalde: Usted también ha denunciado el uso del uranio empobrecido...

Jimmy Massey: Tengo 35 años y sólo conservo el 80 por ciento de mi capacidad pulmonar. Me han diagnosticado una enfermedad degenerativa de la columna vertebral, fatiga crónica y dolor en los tendones. Antes, todos los días corría 10 kilómetros por puro placer, y ahora solo puedo caminar entre 5 y 6 km todos los días. Tengo temor de tener niños por eso. Mi cara está inflamada. Mira esta foto (me muestra la imagen que aparece en la credencial de la Feria del Libro), me la tomaron poco después de regresar de Irak. Parezco un Frankenstein. Todo eso se lo debo al uranio empobrecido, ahora imagínate lo que estará pasando con la gente en Irak.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Qué ocurrió cuando regresó a Estados Unidos?

Jimmy Massey: Me trataron como un loco, un cobarde, un traidor.

Rosa Miriam Elizalde: Sus superiores han dicho que es mentira todo lo que ha contado.

Jimmy Massey: La evidencia contra ellos es abrumadora. El Ejército norteamericano esta agotado. Mientras más tiempo dure esta guerra, más posibilidades habrá de que mi verdad aparezca.

Rosa Miriam Elizalde: El libro que usted ha presentado en Venezuela está editado en español y en francés. ¿Por qué no se ha publicado en Estados Unidos?

Jimmy Massey: Las editoriales han exigido que elimine los nombres reales de las personas que están involucradas en su historia y que presente la guerra en Irak como envuelta en una neblina, menos crudamente. No estoy dispuesto a hacerlo. Editoriales como New Press, supuestamente de izquierda, se negaron a publicarlo porque temían verse envueltas en un pleito presentado por la gente involucrada en el libro.

La asociación de Jimmy Massey, la IVAW «Veteranos de Irak contra la Guerra» (Iraq Veterans Against the War, IVAW) organizando una marcha de protesta en los EEUU para denunciar esta ilegal y abusiva invasión.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Por qué medios como The New York Times y The Washington Post jamás reprodujeron su testimonio?

Jimmy Massey: Yo no repetía el cuento oficial, de que las tropas estaban en Irak para ayudar al pueblo, ni repetía que los civiles morían por accidente. Me negué a decir eso. No había visto ningún disparo accidental contra los iraquíes y me negué a mentir.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Ha cambiado esa actitud?

Jimmy Massey: No. Lo que han hecho es incorporar opiniones y libros de personas con objeciones de conciencia: que están contra la guerra en general o que participaron en la guerra, pero no tuvieron este tipo de experiencia. Se resisten todavía a mirar de frente la realidad.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Tiene fotografías o documentos que prueben lo que usted nos ha contado?

Jimmy Massey: No. Me quitaron todas mis pertenencias, cuando me ordenaron regresar a Estados Unidos. Regresé de Irak solo con dos armas: mi mente y un cuchillo.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Habrá alguna salida a corto plazo para la guerra?

Jimmy Massey: No. Lo que veo es una misma política entre demócratas y republicanos. Son la misma cosa. La guerra es un negocio para ambos partidos, que dependen del Complejo Militar Industrial. Necesitamos un tercer partido.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Cuál?

Jimmy Massey: El del socialismo.

Rosa Miriam Elizalde: Usted ha participado en un taller cuyo título es «Estados Unidos: La Revolución es posible». ¿Cree que realmente que habrá revolución en EE.UU.?

Jimmy Massey: Ya comenzó. En el sur, donde yo nací.

Rosa Miriam Elizalde: Pero esa ha sido tradicionalmente la zona más conservadora del país.

Jimmy Massey: Después del Katrina eso cambió. Nueva Orleáns se parece a Bagdad. La gente del sur está indignada y se pregunta todos los días cómo es posible que se atrevan a invertir en una guerra inútil y en Bagdad, cuando no lo han hecho en Nueva Orleans. Recuerda también que en el Sur se inició la primera gran rebelión del país.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Iría usted a Cuba?

Jimmy Massey: Admiro a Fidel y al pueblo de Cuba y por supuesto, si me invitan, yo iré a la Isla. No me importa qué me diga mi gobierno. Nadie controla a dónde yo voy.

Rosa Miriam Elizalde: ¿Sabe usted que el símbolo del desprecio imperial hacia nuestra nación es una fotografía de marines mientras orinaban sobre la estatua de José Martí, el Héroe de nuestra Independencia?

Jimmy Massey: Si, lo sé. En el Cuerpo de Marines nos hablaban de Cuba como una colonia de los Estados Unidos y nos ensañaron algo de Historia. Parte de la formación de un marine es aprender algunas cosas de los países que habrá que invadir, como dice la canción.

Rosa Miriam Elizalde: ¿La canción de los marines?

Jimmy Massey: (Canta) «From the halls of Montezuma, to the shores of Tripoli…» (Desde las salas de Montezuma hasta las playas de Trípoli...)

Rosa Miriam Elizalde: Es decir, los marines quieren estar en todo el mundo.

Jimmy Massey: El sueño es dominar al mundo…, aunque por el camino nos conviertan a todos en asesinos.

* Jimmy Massey es actualmente uno de los principales activistas de la organización Veteranos de Irak contra la Guerra (Iraq Veterans Against The War, IVAW).

** Rosa Miriam Elizalde. Periodista cubana. Más artículos de esta autora.

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Entrevista a Jimmy Massey en la televisión venezolana



Parte 1

Parte 2

Parte 3

martes, diciembre 11, 2007

Cerrazón psicótica de Grupo México; la Secretaría del Trabajo, su dócil sirviente

Julio Pomar
Argenpress
7 de diciembre de 2007

El jueves 6 de diciembre se reunieron en la Secretaría del Trabajo las partes en pugna en el conflicto minero y las cosas siguieron iguales que antes: la empresa alega arrogante y prepotentemente que ya no ofrecerá más de lo que ha planteado (4% más 2% de aumento al salario) y que ya se “allanó” en todo a las demandas sindicales, lo cual absolutamente es falso y naturalmente no fue aceptado por el Sindicato Nacional de Mineros, que consideró el ofrecimiento como una burla a los trabajadores que desde hace cuatro meses están en huelga en tres minas. La STPS, por su parte, no dio color en este nuevo acercamiento, y no avanzó ningún paso para resolver las tres huelgas, en lo que vuelve a evidenciar que está amafiada con Grupo México, pero ni siquiera en plan de iguales, sino como su servidora.

Las huelgas son, como se recuerda, en las minas de Cananea, Sonora (Sección 65 del Sindicato); Sombrerete, Zacatecas (Sección 201); y Taxco, Guerrero (sección 17). Al no ceder en su postura de intolerante soberbia la empresa, las huelgas seguirán adelante, como es natural. Y seguirán, según se sabe de antemano, hasta su resolución favorable a los mineros, porque afirman con justicia que les asiste la razón, están absolutamente dentro de la ley y tienen la fuerza nacional e internacional para persistir el tiempo que sea necesario.

Como lo han venido demostrando, los mineros no se doblarán, pues lo que está en juego es el bienestar y la salud de los mineros y sus familias. Han dicho los líderes mineros que es inaceptable que Grupo México dé a conocer un día las exorbitantes ganancias que a pesar de las huelgas obtiene porque en el mercado nacional y mundial los metales que explota están al alza, y al día siguiente lloriquee en costosísimos desplegados de periódicos que las huelgas le impiden tener ingresos suficientes, para que otro día anuncie a la Bolsa de Valores un reparto estratosférico de casi 3 mil millones de pesos a sus accionistas como “aguinaldo” de fin de año. Germán Larrea Mota Velasco es la incongruencia arrogante andando y quiere aplastar a los trabajadores con embustes y arrogancias. El aumento salarial de 4% más 2% que ofrece Grupo México es miserable e incongruente con las altísimas utilidades obtenidas por el consorcio empresarial.

Nunca antes Grupo México había captado tan brutales utilidades como ahora, y los mineros tienen el derecho a participar de esta bonanza con percepciones justas, no con migajas o cacahuates o cominos. “Es con nuestro trabajo -han dicho ellos- con el peligro para nuestra salud, con el sacrificio y con riesgo de nuestras vidas como Grupo México obtiene sus utilidades, sin dar nada a cambio, vamos, ni siquiera la seguridad e higiene industrial mínimas para mantener con vida sana a los trabajadores”. Esto lo demostró un estudio binacional de expertos médicos efectuado en octubre pasado en la mina y planta procesadora de Cananea, el cual dio por resultado que la totalidad de los mineros está peligrosamente propensa a contraer cáncer o silicosis, que la STPS consideró “ilegal” -como si eso le quitara lo verdadero- y como lo demuestra, para no ir más lejos, la terrible tragedia de Pasta de Conchos en febrero de 2006, donde por falta de seguridad industrial murieron 65 mineros y aún siguen atrapados en el lugar de la explosión, e insepultos.

La cerrazón de Grupo México, palmariamente está motivada por la sañuda, psicótica persecución política y legal emprendida por Germán Larrea Mota Velasco contra el Sindicato Nacional de Mineros y contra Napoleón Gómez Urrutia, su líder, en la que están coludidas autoridades no sólo laborales, sino judiciales y hacendarias, las cuales estimulan la prepotencia anti minera de Germán Larrea, que de otra forma tendría que ser prudente, se le cortarían las alas a su conducta psicópata. O sea, toda una administración pública consagrada a complacer la enfermedad mental de un psicópata (o lo que hace el dinero). Pues tal parece que la Secretaría del Trabajo se ha convertido en la Sub-gerencia de Relaciones Industriales y Laborales del Grupo México, tan bajo ha llegado, pero acaso consuele pensar a los funcionarios laborales que deben estarle cobrando millonadas a Germán Larrea por sus servicios profesionales, pues de no cobrar y dar regalado su “esfuerzo” estarían violando, en su propio perjuicio, el artículo 5º constitucional que establece que todo trabajo debe ser remunerado.

Este nuevo acercamiento, anunciado con bombo y platillos por la STPS hace dos o tres días, se frustró ante la cerrazón de Grupo México y ante la docilidad que ante este consorcio muestran las autoridades laborales. Es válida por ello la enérgica demanda formulada el martes 4 por el Sindicato Minero a Felipe Calderón para que intervenga en el conflicto y dé instrucciones a la STPS con el fin de acelerar la solución del conflicto minero antes que termine este año.

lunes, diciembre 10, 2007

Voto por voto

Teodoro Rentería Arróyave
Argenpress
7 de diciembre de 2007

La controvertida Reforma Constitucional Electoral, que por consecuencia crea un renovado Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, ya aprobado por el Senado de la República y seguramente por la de Diputados, es de recibirla con aquiescencia por tres disposiciones fundamentales que evitarán se repitan los graves sucesos del 2006: el recuento del voto por voto, la obligatoriedad de transparencia de los partidos políticos y la remoción escalonada de los consejeros del Instituto Federal Electoral, IFE.

En el primer caso, quedó establecido el recuento del voto por voto en elecciones presidenciales, de diputados y de senadores, cuando la diferencia entre el primero y segundo sea de un punto porcentual o menos, recuérdese que la diferencia comicial entre Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador fue apenas de 0.52 por ciento, lo que trajo como consecuencia toda la situación de malestar generalizado, que aún complica la vida de la República.

La transparencia en los partidos políticos, es de la mayor trascendencia, puesto que su principal financiamiento lo obtienen de los recursos del Estado. A partir de que la colegisladora, la Cámara de Diputados, apruebe las reformas, los partidos quedan obligado al acceso a la información vía el IFE, para ese cumplimiento, inclusive, se anuló el secreto bancario de los mismos. Es más, se crea con rango constitucional la Contraloría Interna del órgano electoral.

Con respecto de la remoción escalonada de los consejeros del Instituto Federal Electoral, es una de las decisiones más sanas sobre todo con respecto a su composición actual. El principal responsable del desastre del 2006, el consejero presidente, Luís Carlos Ugalde será el primero en ser reemplazado y luego le seguirán otros cinco. A este sujeto de la incongruencia, como ya lo habíamos comentado, no le valió ni su frase chantajista, de que si se acordaba su remoción sería tanto como aceptar que hubo fraude en los comicios presidenciales del 2006.

Tiene razón el principal impulsor de las reformas, Manlio Fabio Beltrones, a la sazón coordinador de la bancada del Partido Revolucionario Institucional y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, cuando expone, que los legisladores están seguros y comprometidos a que las elecciones del 2009 y 2012 se rijan por un nuevo marco legal y una atmósfera política que impida una crisis como la vivida en el 2006.

A nombre del Partido Acción Nacional, el senador Ricardo García Cervantes, expresó que con las reformas, los partidos tendrán que salir a dar la cara a la ciudadanía con voz, ideología y proyectos para que vayan a pedir el voto de los ciudadanos con candidatos idóneos y que convenzan.

En esa misma línea de transparencia, que obliga ahora a los partidos a la contabilidad de los votos que obtengan aún en coaliciones, el coordinador de la bancada del Partido de la Revolución Democrática, Carlos Navarrete Prida propuso que los partidos que conforman el Frente Amplio Opositor, es decir, el propio PRD, del trabajo y Convergencia decidan formar uno nuevo y representar por tanto en un solo emblema el movimiento de Andrés Manuel López Obrador y su posible nueva candidatura en las elecciones presidenciales del 2012.

Existe, como en toda renovación sustancial, controversia por la Reforma Constitucional Electoral y por el consecuente nuevo Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, sin embargo es de recibirla con aquiescencia por tres disposiciones fundamentales que evitarán se repita la crisis política del 2006: la obligatoriedad de transparencia de los partidos políticos, la remoción escalonada de los consejeros del IFE y, fundamentalmente, el recuento del voto por voto.

viernes, diciembre 07, 2007

México: Felipe Calderón está decidido a privatizar el petróleo

Patricio Cortés*
Red Voltaire
28 de noviembre de 2007

ºEl PAN, partido gobernante, no ha podido privatizar aún, por la creciente oposición

El PAN ha instaurado un sistema económico injusto y absurdo que deja en el olvido la seguridad y la felicidad de los ciudadanos. Un nuevo capítulo para la construcción del bien común se abre con la pugna por la privatización de las fuentes energéticas, un resultado al que aspiran los globalistas que dirigen a la Comisión Federal de electricidad y a la empresa Petróleos Mexicanos. Esta entrevista a Irma Manrique por Patricio Cortés es reveladora.

El presidente de México, Felipe Calderón (derecha), junto al presidente estadounidense, George W. Bush (izquierda)

El FMI y el BM (Banco Mundial) ejercen mucha presión a México. EEUU al consumir la cuarta parte de la energía mundial es vulnerable a la crisis que se avecina.

Existen dos organismos internacionales cuyas recetas han dirigido el rumbo económico de México, sobre todo en los últimos 25 años: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Aunque oficialmente trabajan para el desarrollo y bienestar de las naciones de facto queda claro a quien sirven: los grandes capitales de Estados Unidos y sus socios mayores.

Si revisamos sus documentos nos encontramos que año con año las recomendaciones son básicamente las mismas: privatizar todo lo que pueda significar mayor ganancia para los grandes capitales, sobre todo el sector energético (aunque usan el término apertura), aumentar los impuestos al consumo (IVA en alimentos y medicinas) para disminuir la debilidad hacendaría crónica de nuestro país y la flexibilidad laboral.

Tan los últimos presidentes y el actual van en esa línea que Horst Köhler (entonces presidente del FMI) dijo en septiembre del 2000: "No es necesario aconsejar a las autoridades y a los gobiernos de esos dos países acerca de la necesidad de promover la economía de mercado y la democracia. Ellos lo saben. Con respecto a México, el gobierno del presidente Zedillo y ahora del presidente electo (Vicente) Fox, no es necesario pedirles que abran los mercados, porque ambos están convencidos de ello". Esas declaraciones reflejan la complacencia del Ejecutivo; pero constantemente hacen el llamado a los legisladores para que aprueben las reformas estructurales, y el hecho de que nuestro secretario de Hacienda venga del FMI lo corrobora.

El BM y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se suman con recomendaciones muy similares. Por ejemplo, en educación estos dos organismos proponen que la básica siga en la gratuidad y que después sólo haya educación para el trabajo (carreras técnicas), proponen entregar la educación superior a la iniciativa privada o que por lo menos deje de ser gratuita.

La doctora Irma Manrique Campos especialista en estudios hacendarios y del sector público de Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México advierte: "Es un ataque neoliberal muy peligroso; lo quieren todo. Les molesta que creemos conciencia, eso no lo hacen más que las universidades, por eso quieren que no existan; particularmente los centros de investigación social, pensar es peligroso. Si uno visita universidades extranjeras ve que casi no existen facultades de estudios políticos, la economía está reducida a programas sostenidos con la ideología neoclásica".

La investigadora nos refiere que en el siglo XIX el dominio hegemónico de la economía mundial lo tenía Inglaterra. Sin embargo, tras las guerras mundiales, Estados Unidos fue adquiriendo fuerza, se convirtió en el principal proveedor y acreedor del mundo por lo que empezó a imponer las reglas del juego.

Tras la I Guerra Mundial Estados europeos empieza a tomar medidas proteccionistas (antes la economía era de libertad absoluta) imponen aranceles y hacen devaluaciones para ser competitivos. "Esto lleva a la intervención del Estado que es lo que logra levantar a la economía; porque no es a través de la conciencia de la inversión privada que se va a levantar la economía sino de la inversión pública, es la primera forma contemporánea de actuar de la economía en términos mundiales. La filosofía ya no es que el Estado deja pasar, deja ser", expone.

Tras la II Guerra Mundial se dan los Acuerdos de Bretton Woods que son las resoluciones de la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, (su nombre lo deben al complejo hotelero donde se dieron las reuniones). La postura estadunidense se impone "Precisamos de grandes mercados por todo el mundo, donde comprar y vender". De ahí surge el Fondo Monetario Internacional para estabilizar las balanzas de pagos y el Banco Mundial para fomentar el crecimiento y desarrollo. Queda impuesto el patrón oro, pues a Estados Unidos le convenía por ser quien poseía mayor cantidad del preciado metal. Ya en los años 70, de acuerdo con la doctora Irma Manrique, cuando Estados Unidos gasta gran parte de sus reservas en proyectos militares, se desligan del oro y entra en juego el patrón papel.

"Creó inflación a través de sus billetes. Y todos los países que tenemos en reserva billetes verdes absorbemos toda la circunstancia norteamericana. Esa ha sido una realidad, no hay convertibilidad de la moneda en oro porque lo decidió Estados Unidos. Aparte, lo que hizo fue colocar inversión extranjera primero en Europa y luego en los países latinoamericanos", añade.

"Quedamos todos los países insertos en los planes de esos dos grandes organismos financieros, al mismo tiempo presas de sus decisiones. No se puede actuar por fuera porque estamos acordando, negociando que somos países miembros. Si México tenía un problema de balanza de pagos y en lugar de devaluar la moneda le pide prestado al Fondo Monetario Internacional. Este le presta pero determinan que los desequilibrios los produce la inflación que por exceso del incremento de precios al interior de los países está produciendo una incompetitividad de los países, lo comprometen a seguir sus reglas", comenta.

Con la molestia reflejada en su rostro, advierte: "Todas estas sugerencias que tienen el FMI y el BM se han vuelto obligatorias, porque en la medida que nuestros países no han podido mantener una balanza de pagos equilibrada hemos estado permanentemente en manos del financiamiento de los Estados Unidos. No fue que tenga fondos para siempre el FMI, sino que se volvió aval de los bancos privados internacionales y entonces ejerce el mismo tipo de control que cuando lo hacia directamente: ’Yo te voy a decir quienes están bien para prestarles’. Se le presta a aquel que cumple a pie puntillas la carta de intención que es mantener finanzas públicas equilibradas, que no exista control de cambios, que mantenga un tope salarial porque la demanda hace la inflación. Con una ideología de esta naturaleza, naturalmente la inflación no depende del dinero en circulación, no es ahí donde se gesta".

A esto se suma el Consenso de Washington: "Obliga a reestructurar las economías y la única forma de restructurar -nos dice- es privatizando, que el Estado ya no tenga un sector público de la magnitud que tenia en otros años. Entonces se determinó que por esta competencia desleal del Estado con las empresas privadas, no podía seguir adelante el capitalismo que se veía golpeado por el Estado. Impusieron en primer lugar la desregulación, quitar las reglas, las leyes cambiarlas para que ya no protejan, que se liberalicen los países en términos comerciales, económicos y financieros. Esto es lo que le conviene realmente al gran capital. Al capital ya no le interesa explotar el sector primario o secundario, le interesa el sector terciario, es decir: donde está el movimiento financiero de bancos y de flujo de capital".

Un rubro donde ejercen mucha presión los organismos internacionales es en el energético pues Estados Unidos al consumir la cuarta parte de la energía mundial es vulnerable a la crisis que se avecina. La entrevistada advierte: "Para privatizar el petróleo necesitan reformar la Constitución, pero no han podido hacerlo porque se han encontrado con que ahora hay oposición, por suerte; mal que bien no tenemos de todas y todo ganado, pero tenemos partidos opositores".

Rechaza tajantemente que la privatización, recomendada, del sector energético pueda ser benéfica para los mexicanos y explica: "En el momento en que hay privatización hay cambios de patrimonio nacional hacia el sector privado y esa es la pugna, que se privaticen todas aquellas zonas económicas que le interesan al sector privado, particularmente al sector privado norteamericano, lo que es estratégico, el petróleo, el agua. Sobre esa zona va a crear guerras para poder demostrar que no están siguiendo los lineamientos, están contra la paz el armamento nuclear, van penetrando van apoderándose de los países".

Sobre la posibilidad de no obedecer opina: "Es una decisión política, básicamente, y bueno es una decisión de un Estado conformado por gobernantes de carne y hueso que hoy no representan a todos los ciudadanos; representan intereses económicos básicamente y a esos intereses económicos es a los que hay que soliviantar y son soliviantados, ya lo hemos visto"

¿El actual régimen está más pegado?

Por supuesto, a pie puntilla están decididos a privatizar el petróleo, la electricidad y todo lo que más se pueda. Sobre la electricidad ya avanzaron lo que hacen es ir sobre las partes redituables como las comerciales, las estructurales que son las más latosas, ésas que el Estado se encargue de ellas".

¿Entonces si hay salida?

Se puede llegar a un punto de tener un proyecto nacional, es lo que necesitamos. Sí se puede hacer cosas con todo el peso y presión de Estados Unidos, bueno tenemos también poder de decisión, pero necesitamos un tipo de gobierno congruente a nuestras necesidades no a las del gran capital", complementa.

Nos dicen que ya no debemos dinero al FMI ¿Eso nos da mayor libertad Suponiendo que sea cierto?

En un momento dado no se le debe a aquel organismo que nos presta para equilibrar la balanza ¿Tenemos balanza equilibrada? Hemos logrado algún avance en la balanza de pagos a través de las entradas de las remesas, eso se puede acabar. El petróleo también se lo están acabando y se lo están llevando. Va a llegar un momento en que digamos: sí, por favor, FMI de nuevo préstanos y volvemos a quedar engarzados ahí".

Reconoce: que "Es un juego de política económica internacional que ya no es necesariamente que porque se firmó una carta de intención. Estamos ligados por muchos intereses, no podemos darnos el lujo de, por ejemplo, crear un impuesto que obligue a los capitales externos a pagar impuestos aquí o que estén un tiempo y no se vayan, porque entonces se van. Nosotros tenemos el compromiso de que entren y que se queden los más que se pueda, porque saben que en la medida que entran aunque siguen trabajando para ellos mismos, el dinero que entra equilibra la balanza, aunque no sirva para el desarrollo interno".

La flexibilidad laboral para la competitividad, no es otra cosa que desaparecer las conquistas laborales, despojando a los trabajadores de todos sus derechos. El Banco Mundial incluso nos entregó el sexenio pasado un documento con sus propuestas laborales que se reducían en una, eliminar la Ley Federal del Trabajo. Fox, por supuesto, dijo concordar con ello.

Irma Manrique explica: "Después de la II Guerra Mundial los acuerdos entre el gobierno y el sector privado eran: Nosotros (empresarios) vamos a determinar el salario mínimo, para que tengas quieto a todo el obreraje, vas a tener quieta toda la masa, la vas a tener quieta. Sí determinamos un salario mínimo tú lo obedeces, le haces llegar esto al sindicato y si no quiere ablándalo tantito. Poco a poco esto de los sindicatos fue cediendo con razones neoliberales, de que no hay para que tener un contrato colectivo y por lo tanto no se requiere un sindicato, vamos haciendo la contratación más libre, flexible y esto nos va a permitir darle a cada quien según su trabajo. De ahí empieza a haber la desregulación. Desocupar cuando le conviene al patrón sin derechos y también de dar, según esto, si lo merecen un sueldo mayor o menor, indiscriminadamente".

El BM y el FMI nos dicen que con flexibilidad laboral habrá más empleos y crecimiento, pues al gastar menos en la nómina vendrán los capitales; sin embargo, hoy en día podemos ver que muchísimos autoservicios, gasolineras, hoteles, fabricas, están ofreciendo empleos, pero no se cubren sus plazas porque los sueldos ofrecidos no resuelven la situación económica de nadie. ¿Quién puede sobrevivir con mil seiscientos pesos (110 euros)? La economista nos dice la consecuencia: "El crecimiento de la informalidad que es una deformación por este tipo de fenómenos que se dan en el capitalismo subdesarrollado, porque no hay peor cosa que el subdesarrollo".

Concluye: "Ha sido a través de estos dos organismos que han ido abrochando y apretando los tornillos para que los países obedezcan".

Revista Fórum, núm. 172; noviembre de 2007
www.in4mex.com.mx
www.securities.com
www.forumenlinea.com

* Patricio Cortés es colaborador de la revista Fórum, de la ciudad de México.

jueves, diciembre 06, 2007

Los indígenas no son guardianes de nada o cómo se desmonta el mito de Tarzán

José Antonio Morán Varela
Eutsi
29 de noviembre de 2007
Fotografías del autor

Una idea recurrente sobre los indígenas (americanos en este caso) es la de percibirles como guardianes de la naturaleza. Una mirada más profunda nos desvelará el paternalismo inherente a tal concepción, así como las estrategias neo-colonialistas pintadas de verde que operan de fondo. El resultado será la constatación de cómo aquella idea dice más cosas de quien la construye (occidente) que de aquellos a quienes supuestamente define (los indígenas). Los indígenas, en general, son vistos como grupos que –congelados en una especie de Edén- viven en armonía con su entorno natural y cultural, y que conscientes tanto de su sabiduría como de su fragilidad luchan por la defensa de dichos entornos. No están solos en su batalla ya que reciben el apoyo exterior de un arco social que abarca desde el ciudadano medio, hasta ciertos sectores económicos y políticos, pasando por ambientalistas, oenegenistas, y universitarios en general. La figura del indígena como buen salvaje se erige entonces en icono que desde una supuesta sabiduría casi natural se convierte en guardián de lo ancestral.

“…el colonizador inscribe el devenir del mundo
según sus propios criterios, sus escalas de valores, sus cánones, sus normas, pero deja al colonizado el perfume del exotismo…”
(Lucas Vatim)

Los indígenas, en general, son vistos como grupos que –congelados en una especie de Edén- viven en armonía con su entorno natural y cultural, y que conscientes tanto de su sabiduría como de su fragilidad luchan por la defensa de dichos entornos. No están solos en su batalla ya que reciben el apoyo exterior de un arco social que abarca desde el ciudadano medio, hasta ciertos sectores económicos y políticos, pasando por ambientalistas, oenegenistas, y universitarios en general. Obviamente existe disparidad en cada una de estas visiones, pero algo común a todas es ver al indígena desde la categoría de “nativo ecológico” peleándose por la conservación de su medio, lo que coincide a su vez con los objetivos de una sociedad moderna que tras constatar los estragos de su actuación busca conservar lo que aún queda de prístino. La figura del indígena como buen salvaje se erige entonces en icono que desde una supuesta sabiduría casi natural se convierte en guardián de lo ancestral que aún pueda quedar tanto a nivel natural como cultural. El concepto buen salvaje implica, entonces, una especie de disposición ética positiva, y un interés innato para conservar el entorno natural.

En principio nada sobre esta noble visión debería alarmarnos…a no ser que constatemos que dichas construcciones simbólicas responden más a invenciones del observador que a la realidad misma, o que hagamos caso a autores que -como Nietzsche- nos ponen en guardia afirmando que nada hay tan peligroso como los supuestos acríticos que fundamentan nuestras opiniones y creencias. Son estas sospechas las que nos conducirán a atisbar cómo detrás de esta construcción de lo indígena (1) nos encontramos con unos presupuestos que en realidad se convierten en sólidos pilares de discursos posteriores, y que por tanto conviene no sólo problematizar sino también deconstruir para no caer en el error anunciado por el filósofo, ni participar en concepciones en las que algunos encuentran mucho beneficio.

I

Para verificar que esta idea sobre lo indígena ha sido fabricada, y para ver lo que se esconde detrás, comencemos repasando la historia. Hasta épocas recientes, los relatos de la inacabada conquista y colonización nos brindan múltiples ejemplos en los que el indio era visto como el malón salvaje, que habitaba zonas periféricas del poder y que había que pacificar; las descripciones de la época nos hablan de seres belicosos, primitivos, dañinos por naturaleza, y de dudosa capacidad de poseer alma (2). Hoy la perspectiva nos muestra cómo este estereotipo creado del indígena fue imprescindible para justificar la conquista de sus territorios, su disciplinamiento para los trabajos a los que se le sometió, y su posterior educación para que dejara “lo salvaje” y aceptara lo que se le imponía (3). Dicho con otras palabras, la necesidad de legitimar la conquista hizo que se ofreciera una visión del indio como malón salvaje convirtiéndole en enemigo interno creador de miedos que justificara el horror etnocida al que se les sometió.

Sirva este pequeño excursus para certificar cómo la variante que sobre lo indígena ha habido, muestra tanto la utilización que de ella se ha hecho como la comprobación de que esas ideas vienen impuestas desde fuera, pero sirva sobre todo para preguntarnos por lo que de oculto y neo-colonizador puede haber en la conceptualización que de los indígenas nos hemos fabricado en la actualidad. No hay que ser psicólogo para constatar que en la construcción del malón salvaje había una proyección hacia lo indio de detestables hábitos propios, y no es necesario ser adivino para intuir perversos implícitos en la bienintencionada idea del buen salvaje que guarda lo que aún queda de Edén natural. Detengámonos en algunos de estos supuestos.

II

Considerar a los indígenas guardianes de lo que aún queda de ecosistema es cargarles de una inmensa responsabilidad para que la sociedad moderna tenga aún un cabo al que agarrarse para retrasar el ecocidio. En el fondo es representarles formando parte de una naturaleza que se considera patrimonio de la humanidad y que en consecuencia pasa a ser administrada por los difusos y lejanos centros de poder. Y ya sabemos que estos centros de poder en ocasiones deciden que hay que conservar ciertas porciones de naturaleza, y en otras, las más, que hay que sacar provecho de ella. Los discursos ambientalistas globales forman parte de esta neo-imposición en cuanto que se sitúan por encima de lo local, y lo que es aún peor, que ven al indígena formando parte de esa naturaleza. La idea siempre aplaudida y nunca realizada (porque no se tocan principios sagrados del capitalismo) del desarrollo sostenible encuentra unos aliados obligados en los indígenas. Si en épocas pasadas se trató de domesticar al indio a través de la religión, el trabajo, o ideologías como la indigenista, ahora la doctrina verde puede servir de coartada para un nuevo neo-colonialismo.
Que los indígenas sean pensados como parte del ámbito natural es situarlos en el nivel que la modernidad siempre asignó a la naturaleza: como espacio donado del que servirse dominándolo. Este deseo de domino sobre la tierra es una constante que ha recorrido la historia occidental desde el Génesis hasta la Ilustración de la que se nutre la Modernidad; y cada día que pasa, aquel sueño está más próximo a realizarse, pero, paradójicamente, al hacerlo se convierte en pesadilla; es como si los dioses para castigar, utilizaran el perverso mecanismo de conceder todo lo que se les pide. La naturaleza intacta y los indígenas que en ella habitan son percibidos de forma similar a la mujer en esquemas patriarcales: sumisa, conquistada y poseída. Hoy se espera que los indígenas cumplan con el papel que se les ha asignado: nativos ecológicos (en versiones que varían de eco-mártires a eco-héroes) que insuflen oxígeno a una moribunda modernidad, y que de paso se sientan co-responsables de un ataque sin precedentes a la biodiversidad del que ellos no han sido protagonistas; no nos engañemos, el capitalismo se disfraza de verde (eco-capitalismo) con discursos de desarrollo sostenible para perpetuarse. Es así como se hace ingresar al buen salvaje en la doble expectativa que la sociedad actual tiene con la naturaleza: la de ser domesticada a la vez que protegida.

El ser asignados como parte de la naturaleza implica también una perversa distorsión temporal: invisibiliza su historia a la vez que imposibilita su futuro. Es como si en los indígenas no hubiera habido cambios, como si se pudieran mezclar indistintamente a los de las tierras altas con los de las selvas, o como si todos equidistaran por igual de las sociedades modernas. Peor aún, es como si vivieran ajenos a una conquista que se prolonga por más de quinientos años, y como si no hubieran desarrollado mecanismos de lucha y resistencia contra el enemigo. Negar la historia es tratar de hacer olvidar, pero nunca buscar la justicia; es endiosar un presente atemporal castrando cualquier interrogante histórico, es, en definitiva, provocar una amnesia quirúrgica. Y si miramos hacia el futuro el panorama se ensombrece más ya que al ser esencializados como guardianes se les imposibilita que lleven un camino diferente al asignado ¿Es que no tienen derecho a labrarse su porvenir por caminos propios? ¿Acaso las sociedades occidentales hacen algún esfuerzo por asemejarse a lo que piden a los indígenas? De la misma forma que el padre a gritos exige a su hijo que no grite, así nuestra sociedad, pide a los indígenas un esfuerzo conservacionista que ella no realiza.

Pero es que además, la realidad contradice esta visión occidental. Que se lo digan sino a indígenas que como los de Otavalo en Ecuador han optado por tejer sus redes supervivenciales en paralelo a las de los mercados internacionales (4), que se lo pregunten a tantas comunidades que como las colombianas luchan con las armas políticas de los poderosos para hacerse un hueco en una sociedad cada vez más mezclada (5), o que se fijen en casos –como en Canadá- en los que se van detectando enfrentamientos de indígenas contra ambientalistas y miembros de ONGs por interpretar que éstos les impiden el desarrollo que ellos buscan… La esencialización de los indígenas impuesta desde fuera, la museificación de su cultura, el mensaje de que si te mueves no sales en la foto… no hacen otra cosa que poner al descubierto los larvados mecanismos de invisibilización a que son sometidos, así como la asignación de un papel en la historia de la humanidad que tal vez sea a ellos a quienes menos beneficia.
III

Si damos un paso más observaremos que detrás de esta idea del buen nativo ecológico se esconde una concepción del indio como pasivo y subdesarrollado. Si en otras épocas se le intentó civilizar para que trabajara, hoy se le intenta asignar un puesto para que continúe en su estado “salvaje”. Pero detrás de esta concepción pervive la construcción del indio como ignorante, del que se desconfía que pueda llevar las riendas de su destino, y a quien hay que trazar las líneas –occidentales, por supuesto- que debe seguir; no es necesario mucho esfuerzo suplementario para ver en esta postura una utilización del indígena para justificar desigualdades y jerarquías, convirtiéndole en eslabón necesario dentro de una sociedad clasista. El mensaje que se les envía no puede ser más contradictorio, ya que mientras que por una parte se resalta su sabiduría ancestral, por otra se les orienta en su actuación; continuamente toda una pléyade de políticos, religiosos, organismos internacionales, ONGs, y economistas repiten a coro: “ustedes son los que saben pero nosotros les enseñamos cómo hacerlo” (6).

Pero más allá de estos mecanismos que podríamos denominar “ideológicos” no podemos perder de vista otros más “prosaicos”. La nueva fase de dominación económica conocida como eco-capitalismo ya se ha introducido en selvas y territorios indígenas avanzando veloz y desde distintos frentes. Uno es el de la necesidad de zonas de biodiversidad en las que industrias como la farmacéutica tienen un futuro prometedor a cambio de una insignificante aportación a los indígenas como honorarios por los imprescindibles servicios de información de su ancestral sabiduría; otro son las pujantes ganancias económicas generadas por los mercados verdes que a través de distintas estrategias como las del comercio justo ponen en los mercados occidentales una impensada -hasta hace poco- variedad de productos exóticos; y uno más es la comercialización de las tradiciones desde el denominado eco y etno-turismo que se inserta en el corazón de las comunidades a cambio de unos dólares; y por último (y más preocupante) el intento de sospechosos organismos como el BM o FMI que apoyan lo local indígena para cosechar océanos de beneficios. Todos estos frentes comparten el ver lo indígena como potencial económico ofreciéndole a cambio posibilidades de un futuro dentro de un marco de desarrollo sostenible impuesto casi siempre desde fuera, y comparten también la reificación o cosificación de su territorio y tradiciones al ser percibidos con parámetros de recursos económico-productivos.

En resumen, no es descabellado observar cómo la construcción de una identidad indígena como ecológica sirve sobre todo para la necesidad intrínseca del capitalismo de hacerse con nuevos mercados; tampoco es descabellado pensar de forma pesimista en lo que les puede ocurrir a medio plazo a los indígenas si se dejan llevar por estos cantos de sirena; y como pensar es gratis, también podemos observar este proceso desde una nueva visión colonialista de sus recursos que ahora llega en forma de proyectos de desarrollo, mercados alternativos, y reivindicación de lo indígena desde visiones cuasi-románticas cuyo trasfondo es el potenciar, a la vez que dirigir, a un indígena al que se le sigue considerando menor de edad. Hoy, desde la perspectiva del cambio climático, las políticas señaladas irán cobrando más fuerza y servirán para potenciar la idea del desarrollo sostenible y mostrar que su benefactor es el eco-capitalismo. Pero precisamente esta urgencia por entrar en los nuevos tiempos nos permitirá desvelar a quién interesa realmente que el indígena sea percibido como guardián de la naturaleza.

IV

Investigar en las direcciones apuntadas nos lleva a la constatación definitiva de que lo indígena ha sido definido desde fuera y no precisamente de forma inocente. Ahora bien, ¿qué piensan los propios indígenas? ¿Hasta dónde ha calado el intento domesticador? ¿Qué actitudes mantienen? Indudablemente no hay unanimidad en la respuesta debido a la sinfonía de matices que se despliegan desde Tierra de Fuego hasta Alaska y desde la profundidad selvática hasta las alturas andinas. Sin embargo podemos apuntar algunas reflexiones.

La primera es que el mundo indígena, con el trasfondo de los nuevos tiempos, ha globalizado una puesta en pié colectiva tras la larga noche de marginación e invisibilidad que ha superado ya los cinco siglos. Esta “sublevación” les ha llevado en muchos casos a aceptar la definición impuesta desde fuera pues se han visto en la paradójica situación de que para reclamar dignidad e igualdad tienen que mostrarse diferentes (7); y el precio a pagar es la esencialización inmovilizadora a que se someten y son sometidos. Es de suponer que la aceptación de la conceptualización aquí tratada, en unas ocasiones se hará por desconocimiento de las consecuencias, en otras por buena fe, y en algunas más por creer que con ello llegan al máximo de sus aspiraciones; pero en otras muchas se trata de un esencialismo estratégico, es decir que la aceptación de la definición y lo que implica no es tanto una meta a la que llegar sino un paso calculado y temporal en el largo camino hacia su dignidad. Lo que todos tienen claro es que su futuro está en la lectura que hagan de la situación que les traen los nuevos tiempos.

La segunda reflexión nos conduce hacia los que no aceptan el puesto que se les asigna, hacia los casos de rebeldía en la que están incluidos tanto los que se oponen a base de protestas a los planes desarrollistas de multinacionales, ONGs, ambientalistas, corporaciones económicas transnacionales y gobiernos varios… como los que luchan con la fuerza de las armas (8), o los que sintiéndose indígenas no aceptan las identidades asignadas en las que implícitamente se les presupone como rurales, pobres, alejados de la modernidad, o guardianes de la naturaleza y la cultura… (9). Ciertamente existen intereses dispares y las luchas no están unificadas, pero ello más que un problema puede verse como una virtud; de hecho la historia nos muestra un ejemplo de cómo el no tener un claro líder se convierte en invencible fuerza: los mapuches, que no poseían la solidez de otras culturas que han dejado grandes monumentos, ni un criterio unificado de lucha, ni una jerarquía clara… fueron los únicos con quienes no pudo el todopoderoso invasor español.

Y en tercer lugar, simplemente hay que constatar, más allá de valoraciones, cómo en muchas ocasiones la forma real de vida de los indígenas está en las antípodas de lo que se espera de un buen y ecológico salvaje. Así, los descubrimientos en el pasado de las reducciones de cabezas de los jíbaros, o de las incomprensibles costumbres gastronómicas de los caníbales, tienen su continuación en relatos como los de Levy-Strauss (10) o más recientemente de los yamomamo que poseen el récord de violencia social (11). Opciones como las de los wayúus de Colombia que luchan por vender derivados del petróleo y propiedades intelectuales, los pequats de EEUU que poseen el casino más grande de la zona, los indígenas canadienses que buscan la liberalización del mercado de la madera para su comercialización, o los cunas panameños que en los diseños de sus tradicionales molas incluyen logotipos comerciales… nos señalan que las ideas, como los organismos, tienen su talón de Aquiles que puede hacer tambalear todo el sistema. Para que prevalezca la idea del indígena como buen salvaje es preciso despojarla de todo lo que no interesa; es imprescindible un proceso de domesticado olvido sobre aquellas facetas o situaciones que no encajan en los esquemas construidos; es necesaria una tarea de cirugía para ocultar lo que no conviene que se vea. Pero como si del inconsciente se tratara, todo lo reprimido acaba saliendo a la luz por caminos impensados, y exhibe de forma manifiesta que lo indígena no es como se pretende mostrar que es. En el fondo no hay que perder de vista que la conservación de la naturaleza más que un fin, es un medio para mantener la continuidad de la sociedad y la identidad de sus miembros, y como tal, puede sufrir cambios y variar en aras al objetivo final (12).

V

Si buceamos históricamente en la noción de buen salvaje nos encontramos con datos que apuntan en la dirección aquí mantenida. Es deudora de los homo sylvestris medievales (seres salvajes, sátiros, faunos, centauros, etc, que tienen más de animal que de homo) que son usados tanto para reírse como para lamentarse de las miserias humanas. El lado más humano de aquellos seres llega hasta Rousseau y Hobbes quienes desnudan al hombre civilizado para ver lo que se esconde más allá de los elementos culturales y religiosos; el primero encuentra bondad y el segundo maldad; de uno se deriva el buen salvaje y del otro el malón salvaje (13). Lo importante es constatar que estas ideas arquetípicas intentan reflexionar sobre la marcha del hombre europeo, sus fantasmas y perspectivas; la aplicación de estos conceptos a sociedades exóticas será una derivación posterior, y –tras distintos devaneos- la que prima en la actualidad es la roussoniana.
Con otras palabras, detrás del buen salvaje se esconden secretos del hombre occidental que tal vez ni él mismo se atreva a mirar de frente, y por eso necesita hacer una transferencia metafórica hacia culturas exóticas; entonces, a la sombra de la construcción que sobre el indígena analizamos aquí, lo que se oculta es una presencia proyectada desde y para occidente, y/o una identidad perdida o camuflada; en todo caso una línea de vigilancia fronteriza de los “avances de la civilización”. Es, en definitiva, occidente quien construye lo indígena sin detenerse a escuchar su voz. Más aún, tal como se ha ido señalando, occidente necesita del indígena para verse en el espejo, para justificarse, entronizarse y perpetuarse. Y es que el buen salvaje como cualquier otro mito, es importante porque da sentido a lo cotidiano, y porque determina y desvela un proceso cultural e histórico; en consecuencia, el análisis de héroes y mitos de una cultura, es otra manera de desvelar las aspiraciones de toda la colectividad.

Continuando en esta perspectiva, tal vez ningún mito revele mejor lo que estas líneas pretenden como el Tarzán recreado por Burroughs hace casi un siglo. Este héroe mortal habita unas coordenadas espacio-temporales donde se mezclan la modernidad y la naturaleza, representa como nadie el sueño de aventura y conquista, defiende aptitudes y valores buenos que le llegan de manera casi innata, adquiere destrezas como la capacidad de hablar (inglés, por supuesto) sin necesidad de nadie (individualismo), como un semi-dios guía tanto a los animales como a las tribus que se encuentra, y –a pesar del bronceado sobre sus hiperdesarrollados músculos- originariamente es… blanco. ¿No parece un hermano gemelo del indígena como buen salvaje y defensor de la naturaleza? ¿No cabe afirmar que ambos –que habitan los mismos lugares lejanos, agrestes y misteriosos- nacen en occidente y representan la incursión de éste en aquellos territorios?

Tarzán es un occidental camuflado en un mundo exótico, y el indígena en cuanto buen salvaje una proyección de intereses y dudas de occidente. A los dos se les erige como guardianes de la naturaleza, pero –no nos engañemos- lo único que ambos guardan es el interés y los secretos del hombre occidental. Si queremos buscar a los auténticos guardianes de la naturaleza sin cambiar nuestros modos de vida, tal vez no nos quede más remedio que afirmar con un músico callejero de Manaos que: “… o defensor de Amazonia é o mosquito da malária”.

Notas:

1. En el fondo, este artículo también se puede leer en clave particular de las estrategias de construcción simbólica de los otros diferentes a nosotros, entendiendo por los otros a todos aquellos que –desde nuestra perspectiva- están marcados por la diferencia, ya sea sexual, racial, religiosa, étnica, política, nacional, etc. En concreto nos vamos a fijar en una de estas representaciones a la que podemos calificar como exótica y que brota del contacto entre el viejo y el nuevo mundo: es la de los indígenas americanos.

2. Por ejemplo, un obispo de Santa Marta de Colombia describía a los indios locales “no como hombres sin alma racional, sino salvajes de los bosques, razón por la cual no podrían poseer nunca ninguna doctrina cristiana, ninguna virtud ni ningún tipo de aprendizaje”. (Tomado de A. Padgen. 1988. La caída del hombre natural. Madrid. Alianza Editorial.) También pueden encontrarse múltiples referencias en Las venas abiertas de América Latina de E. Galeano.

3. Podemos encontrar historias particulares en cada país. Sirva a modo de ejemplo lo que ocurrió en Argentina tal como lo cuenta Trinchero, H.H. 2007 en Aromas de lo exótico. Colección Complejidad Humana. Buenos Aires.

4. Los de Otavalo en Ecuador son un ejemplo de cómo un grupo indígena se ha salido de los parámetros a priori asignados desde el exterior, y se mueven por caminos tan alejados, en todos los sentidos, como los de la globalización. Un magnífico estudio sobre ello se puede encontrar en Maldonado, G. 2004. Comerciantes y viajeros. De la imagen etnoarqueológica de “lo indígena” al imaginario kichwa Otavalo “universal” . Quito. Abya-Yala.

5. En el artículo titulado La construcción de la identidad indígena en medio de la guerra colombiana de José Antonio Morán Varela, publicado en esta misma revista, hay un pormenorizado estudio del recorrido y los problemas que dichos indígenas encuentran, así como un desvelamiento de las recientes trampas tendidas por el neoliberalismo económico.

6. Esta frase pertenece a un interesantísimo documento que teoriza sobre el tema aquí tratado. En Ulloa Astrid. 2004. La construcción del nativo ecológico. Bogotá. ICANH.

7. Conviene recordar que en menos de una década a finales del siglo pasado, 14 países latinoamericanos se declaran multiétnicos y pluriculturales; de ellos, en nueve, el FMI y el BM consiguieron introducir reformas neoliberales. No es ilógico sospechar que dichos organismos iban preparando el camino hacia lo que después vendría, y para ello –entre otras cosas- posibilitaban las demarcaciones y autonomías territoriales indígenas.

8. Son varios los movimientos guerrilleros que se nutren y han nutrido básicamente de indígenas, y no tanto por la lucha particular de éstos cuanto por ser los más desfavorecidos. El Movimiento Armado Quintín Lame de Colombia MAQL fue íntegramente indígena, mientras que el EZLN mexicano o la URNG guatemalteca son ejemplos de una presencia mayoritaria.

9. El citado caso de Otavalo (nota 5) o el de aquellos indígenas que habitan ciudades y se dedican a profesiones “modernas” ejemplifican las posiciones de aquellos indígenas que han construido sus identidades como tales, pero en ellas no van implícitos conceptos como los expuestos.

10. Lévi-Strauss. 1988. Tristes trópicos . Barcelona. Paidós. Entre otras cosas nos cuenta cómo los caduveos tienen aversión a ciertos sentimientos que cualquiera interpretaría como “naturales”; por ejemplo sienten asco por la procreación y en consecuencia practican el aborto, el infanticidio y el rapto de niños de tribus vecinas.

11. Chagnon, N. (2006) en Yanomamo. La última gran tribu. Barcelona. Alba Editores, nos da cuenta de datos impresionantes: el 30% de las muertes de varones adultos de esta etnia se deben a causas violentas, y el 40% de todos los adultos habría participado en la muerte de otro yanomamo.

12. En una línea argumentativa similar se desarrolla la jugosa vía de investigación de Wade, P. 2004. Los guardianes del poder: biodiversidad y multiculturalidad . En: Conflicto e (in)visibilidad. Retos de los estudios de la gente negra en Colombia. Popayán. Colombia. Universidad del Cauca.

13. El desarrollo del estudio aquí señalado puede encontrarse en el interesante libro: Bartra, R.(1997) El salvaje artificial. México. Ediciones Era. Universidad Nacional Autónoma de México.

miércoles, diciembre 05, 2007

El impuesto es la base de la fortuna

Roberto Bissio*
Red del Tercer Mundo
19 de noviembre de 2007

Los recaudadores de impuestos no tienen buena fama. La Biblia los considera iguales o peores que las prostitutas, aunque Jesús afirma que unas y otros entrarán al cielo antes que muchos hipócritas (ver Mateo 21:31).

La clave para la prosperidad, a juicio de la ortodoxia económica y la prédica de las instituciones financieras internacionales, estaría en reducir a un mínimo el “peso del Estado”, o sea bajar la recaudación impositiva, que viene a ser lo mismo. En los últimos años la promesa de bajar impuestos ha estado en boca de muchos políticos y estadistas y la puesta a dieta de los gobiernos ha sido recomendada con una insistencia digna del Dr. Cormillot, prometiendo los mismos resultados de agilidad y buena salud.

Grande ha sido la sorpresa, entonces, cuando hace pocos días en París la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) divulgó estadísticas actualizadas mostrando que en el promedio de los países más ricos del mundo los impuestos han subido de menos de treinta centavos por cada dólar en 1975 a más de treinta y seis centavos en la actualidad. Después de una ligera baja entre 2001 y 2004, el peso de los impuestos en los treinta países estudiados volvió a ser en 2005 igual al que había sido en 2000, antes de la subida de la marea “neoconservadora” encabezada por el presidente George W. Bush, quien hizo de la baja de impuestos su principal caballo de batalla político, junto a la guerra contra el terrorismo.

La noticia de que en realidad el porcentaje del Estado en la economía está subiendo y no bajando provocó muchos comentarios de prensa, ya que se contradice con los discursos oficiales y las promesas de tantos gobernantes de bajar impuestos. Cristopher Heady, jefe de política fiscal de la OCDE, intentó explicar cómo es posible que el total de la recaudación fiscal suba, aun cuando muchos países efectivamente han bajado sus tasas impositivas. La paradoja se debe, dijo, a que los países desarrollados tienen impuestos “progresivos” según los cuales pagan más quienes más tienen. Así, debido a que el crecimiento económico reciente ha concentrado ingresos en el tope de la pirámide, o sea que ganaron más quienes más contribuyen, la recaudación aumentó aunque el porcentaje de lo que los ciudadanos pagan haya bajado ligeramente. En otras palabras, si los beneficios del crecimiento económico se hubieran distribuido más equitativamente y los salarios hubieran subido en la misma proporción que las ganancias de las empresas, la recaudación fiscal no hubiera crecido en porcentaje, ya que los trabajadores pagan menos que las corporaciones. O sea que, mientras en teoría la baja de los impuestos iba a producir mayor crecimiento, en la práctica resultó ser que el crecimiento económico, al estar injustamente repartido, produjo mayor recaudación de impuestos.

Cuando los números se analizan país por país, las estadísticas revelan otras sorpresas más. Si fuera cierto que la prosperidad viene de la mano de un Estado con menos “peso” (o sea menor porcentaje de impuestos en el total del PIB), el país con mayor dinamismo debería ser Grecia, que tiene la menor carga impositiva entre los miembros europeos de la OCDE, con apenas veintisiete por ciento. Sin embargo, Grecia está entre los peores del grupo en términos de pobreza y estancamiento crónicos, mientras que uno de los países con mejores indicadores económicos y sociales del mundo es Suecia, donde el Estado recauda cincuenta centavos sobre cada dólar (o más bien corona) de actividad económica, el mayor valor entre los países estudiados. En los países en desarrollo, mientras tanto, los impuestos rara vez llegan a veinte centavos.

En Italia los impuestos eran un cuarto del PIB en 1975 y crecieron a cuarenta y tres por ciento el año pasado. En España, el país de mayor crecimiento de la carga impositiva, ésta se duplicó en ese periodo para llegar a treinta y siete por ciento. Francia, que tenía hace treinta años el peso fiscal que España tiene hoy, siguió subiendo hasta llegar a cuarenta y cinco por ciento. Mientras que en Alemania, Austria y Canadá el peso del Estado se ha alterado poco y Holanda es el único país de los estudiados en el que se ha reducido, Grecia, Corea del Sur, Portugal y Turquía han tenido gran crecimiento en su carga fiscal. O sea que los países que hace treinta años eran pobres y hoy se han “desarrollado” han duplicado su carga fiscal en ese período, mientras que los que ya eran ricos hace treinta años han tenido poca variación, pero también hacia arriba. ¡Todo lo contrario de la doctrina de bajar impuestos para crecer!

El caso de Suecia, con altos impuestos y buen crecimiento económico, demuestra, a juicio de Heady, que “mucho depende de cómo se gasta el dinero”. Los gobiernos, agregó, “pueden gastar dinero en muchas cosas distintas. Pueden hacerlo de maneras que estimulen el crecimiento económico y mejoren la infraestructura, pero también hay muchas maneras obvias de gastarlo que no promueven crecimiento”.

Estados Unidos, con veintiocho por ciento de carga impositiva sobre el PIB, está entre los menos onerosos para los contribuyentes, pero también es el país de la OCDE con mayor mortalidad materna e infantil. Un Estado tan “barato” no puede brindar servicios y más de cincuenta millones de estadounidenses (uno de cada siete habitantes) carece totalmente de seguro de salud.

Otra tendencia observada en el estudio es la de un ligero crecimiento en los últimos años de los impuestos al consumo, como el impuesto al valor agregado (IVA), frente a los impuestos a la renta o a las propiedades. Sin embargo este desplazamiento, medido a lo largo de cuarenta años, es mínimo si se considera el total de los impuestos que afectan directamente al consumo. Si bien el IVA ha aumentado notoriamente en todas partes, este incremento ha sido para compensar la menor recaudación de otros impuestos al consumo, como las tarifas aduaneras sobre productos importados, que han debido bajar como consecuencia de la liberalización del comercio internacional.

Los expertos fiscales de la OCDE sostienen que habría que gravar aún más el consumo y menos a las propiedades o a las ganancias de las empresas, para así estimular la inversión y el crecimiento.

Sin embargo, esta proposición teórica –que los empresarios apoyan con entusiasmo, obviamente– tampoco es corroborada por las estadísticas de la OCDE. Estados Unidos ha tenido buen ritmo de crecimiento económico en los últimos veinticinco años y, sin embargo, tiene muy pocos impuestos al consumo –no hay IVA, por ejemplo– y los ingresos de los distintos niveles de gobierno (federal, estatal, municipal) dependen de impuestos a las propiedades y a los ingresos en mayor medida que los países europeos.

El peso de los Estados
Ingresos fiscales en % del PIB (2006)

Suecia 50,1
Bélgica 44,8
Francia 44,5
Noruega 43,6
Italia 42,7
Austria 41,9
Reino Unido 37,4
España 36,7
Alemania 35,7
Portugal 35,4
Irlanda 31,7
Suiza 30,1
Estados Unidos 28,2
Grecia 27,4
México 20

Fuente: OCDE

* Roberto Bissio es director ejecutivo del Instituto del Tercer Mundo. Este artículo fue publicado el 15 de noviembre de 2007 en Agenda Global, un suplemento semanal que circula los jueves con el periódico La Diaria, de Montevideo, Uruguay. www.ladiaria.com.uy

martes, diciembre 04, 2007

Reforma constitucional en Venezuela: “No pudimos… por ahora”

Marcelo Colussi
Rebelión
4 de diciembre de 2007

Ganó el NO. ¿Ganó la democracia? ¿Ganó el pueblo venezolano en su conjunto?

Esto último suele decirse en toda contienda electoral, pero sin dudas, más allá de la declaración políticamente correcta esperable en estas lides, tras los comicios siempre hay ganadores y perdedores.

¿Quién ganó el domingo 2 de diciembre? El campo popular definitivamente no. La derecha festeja el triunfo –pírrico, por cierto (1.5% de diferencia)– como “el comienzo del fin de la era Chávez”. Ya están contando los días para su alejamiento del poder en el 2013. Con esto, al menos así pretende presentarlo, quedaría demostrado que “el tirano no es imbatible”, y por tanto ahora redoblarán sus esfuerzos para sacarse de encima este “indeseable”. Si se le pudo derrotar en este referéndum, ¿por qué no se le podría derrotar también en nuevos enfrentamientos electorales?

Es muy prematuro hoy, unas horas después de conocidos los resultados, abrir análisis exhaustivos y proponer escenarios futuros. Pero sin dudas hay que hacerlo, y con mucha celeridad. Es más: no sólo con celeridad sino –fundamentalmente– con honestidad (esto es, quizá, una de las cosas que más faltan en las lecturas de la realidad).

La derecha ganó porque desde el mismo momento en que se vio que el presidente Chávez se salía de las normas de lo que debe hacer un mandatario “bien portado”, comenzó su trabajo de ataque al proceso bolivariano. Si son nueve años intentando construir una nueva sociedad por parte del gobierno, son nueve años de continuo ataque, sabotaje, colocación de obstáculos y guerra mediática por parte de la oposición. Y si no se llegó aún a la vía armada para su desbarrancamiento es porque las condiciones generales no lo permiten. Pero ello no está descartado (las hipótesis de magnicidio o de intervención militar estadounidense son posibilidades nunca descartadas).

¿Por qué no ganó la opción del SÍ? No se trata de buscar culpables, chivos expiatorios, de hacer autoflagelaciones. Lo importante es buscar leer adecuadamente la nueva realidad que se abre.

¿Perdió Chávez? ¿Perdió el campo popular? ¿Es sólo una batalla en la larga guerra? ¿Será, como dijo el presidente en su discurso a la madrugada inmediatamente después de conocerse los resultados, que no se pudo… por ahora?

Como todo fenómeno político –humano, en definitiva– no hay causas simples; hay, en todo caso, un entramado de circunstancias que explican el resultado final.

El bloque del NO sacó más o menos la misma cantidad de votos que obtuvo en las pasadas elecciones presidenciales en diciembre del 2006; es decir: no creció. Es especialmente destacable el grado de abstención: 44.11 %. Esa fue una de las grandes bases de la derrota del SÍ. Por otro lado, de la masa de votos obtenida por el presidente Chávez el año pasado (7 millones 300.000), ahora el bloque del SÍ llega sólo a 4 cuatro millones 300.000 votos. ¿Qué pasó con esos tres millones? ¿Por qué no votó esa población? Es ahí donde debe empezar el análisis y la propuesta de corrección.

¿El chavismo está a la baja? Nada lo indicaría, y los resultados del referéndum de ayer no hablan de una merma en la popularidad del presidente. ¿La población no está interesada en los cambios que traía la reforma constitucional? Nada indica eso tampoco. Pero algo pasó que no salió a votar.

Podríamos decir que los elementos cuartorepublicanos que sigue habiendo en el aparato de Estado desmotivan a la población. Eso es real, y sobre eso hay que empezar a buscar correctivos. La propuesta de reforma, justamente, buscaba comenzar a generar otra cosa. De ahí el poder conferido a las instancias de base como garantía de fiscalía social, de poder de base. ¿Podrán los consejos comunales ir barriendo tanta burocracia enquistada en los puestos de gobierno? Esa es la apuesta, pero algún motivo eso no pasó.

¿No era este el momento de presentar la reforma? ¿Se apuraron los tiempos y la población aún no estaba madura para un planteamiento de profundización del socialismo? Por los resultados obtenidos, eso pareciera. La cultura ancestral de dominación, la conciencia de la clase dominante que se impone a toda la sociedad son realidades incontrastables. Mucha gente chavista, que sin dudas votó por su presidente el año pasado, para este referéndum fue víctima de esa propaganda ancestral y temió ante esa tradición repetida a fuego miles de veces: “si gana el comunismo te expropian tu casa y te quitan tus hijos para llevarlos a un campo de reeducación en Cuba”. La Guerra Fría, por lo visto, no ha terminado, y el fantasma anticomunista persiste. Muchos chavistas convencidos seguramente fueron víctimas de estas manipulaciones, y asustados, ni siquiera fueron a votar. Es decir: en la guerra mediática, en la guerra cultural, la derecha sigue ganando. Las declaraciones de Baduel o de la ex esposa del presidente adversando la reforma, mediáticamente muy bien administradas, fueron más efectivas que movilizaciones de calle. Y ello, sumado al también mediáticamente manejado show político de los estudiantes “revolucionarios” terminaron de completar el cuadro.

¿Es que el PSUV o el aparato de gobierno no supieron hacer bien su trabajo de divulgación de la propuesta de la reforma, o es que la derecha –nacional e internacional– lo hizo mejor?

Dos son los marcos por donde debe ir el análisis: 1) el ataque de la derecha y 2) los errores propios. Del ataque de la derecha nada nuevo puede decirse; se vive una guerra de clases, mediática en muy buena medida, y en eso –la experiencia lo demuestra descarnadamente– el enemigo sabe hacer su trabajo. La Revolución Bolivariana, como cualquier proceso revolucionario vivido hasta ahora, se encuentra en un permanente clima de agresión, de ataque, de sabotaje. Y de seguro eso seguirá siendo así. Pero ¿qué pasa con los errores propios?

No se trata de hacer una lista de culpables y mandarlos al paredón, pero sí es momento (imprescindible) de comenzar una genuina autocrítica. Negociar con la derecha es impensable. Eso, lisa y llanamente, es el fin del proceso bolivariano. O se salta hacia delante corrigiendo errores, o naufraga todo el proceso de cambio.

Habrá que sentarse con mucha tranquilidad a analizar estos resultados del domingo, pero desde ya hay que acometer una sana revisión de lo que la revolución lleva adelantado. Más allá de los perpetuos ataques de las fuerzas conservadoras: ¿qué se ha hecho contra la corrupción? ¿Hay realmente una política revolucionaria entre todos los cuadros comprometidos con la dirección de gobierno? ¿Está realmente en vías de extinguirse la cultura del clientelismo político, de la corrupción, de la burocracia y la ineficiencia? ¿Qué se está haciendo al respecto?

Se dice que la mejor defensa es un buen ataque. Nunca mejor que ahora lo podemos ver: la revolución y el camino socialista sólo pueden robustecerse si se aceleran las transformaciones. Una vuelta hacia una posición tibia que dé lugar al crecimiento de la derecha –la antichavista y la que está enquistada aún en el chavismo, que quizá es la más dañina– solamente significará la derrota futura.

“No pudimos, por ahora” dijo Chávez al asumir la derrota en el referéndum. Pero más adelante se podrá, sólo si se amplía el panorama revolucionario: llegó el momento de construir un Estado nuevo limpiando lo que queda del viejo orden cuartorepublicano. Si no, la reacción terminará ganando. Y es mucho lo que se perdería. O la revolución se profundiza, o no es revolución.

mmcolussi@gmail.com