jueves, agosto 07, 2008

La querida que nadie quería tener cerca

Mi artículo de este mes para la revista Kiosco.

La querida que nadie quería tener cerca
Gerardo de Jesús Monroy
erathora@gmail.com

El primer día del último mayo, la policía de Tarpon Springs, Florida, recibió la notificación de que una mujer colgaba sin vida del techo de un cobertizo. La mujer era Deborah Jeane Palfrey, llamada también Miz Julia o Madame D.C., ex-propietaria de una empresa —Pamela Martin & Associates— que dispensaba la compañía de mujeres jóvenes y educadas a hombres solitarios capaces de pagar hasta 500 dólares por cada encuentro de unas pocas horas. Deborah Palfrey estableció su empresa en California, en 1993, y hasta el 2006 había dado trabajo a cientos de mujeres, satisfecho a miles de clientes y generado ganancias por más de 2 millones de dólares. Tenía 52 años al morir. ¿Por qué se suicidó?

En las notas que antes de ahorcarse escribió Deborah —tristes, como son siempre las notas del suicida—, pide perdón a su madre y a su hermana y declara su desconfianza del sistema de justicia del suelo patrio. Es increíble, pero los 'libertinos' Estados Unidos, donde el dinero compra lo que sea, se encuentran entre los países cuyas leyes condenan el ejercicio de la prostitución. El tipo de servicios que proveía Pamela Martin & Associates, conocido como escorting, desde su nacimiento ha sido relacionado con el tráfico de carne; la acusación que desencadenó el escándalo de Madame D.C. fue precisamente la de "actividades relacionadas con la prostitución".

No obstante, el pretexto aducido por la justicia para emprender una investigación sobre Madame —la sospecha de que un negocio de damas de compañía degeneró en prostitución— parece, si observamos la infinidad existente de servicios de esa clase, muy difícil de aceptar. ¿Y si la gran cantidad de recursos económicos manipulados por PM&A hubiera sido lo que en realidad atrajo la atención del tío Sam? En octubre de 2006, las primeras cuentas bancarias de Palfrey congeladas por la autoridad sumaban un valor de medio millón de dólares. Aun así, el negocio, innegablemente próspero, no resulta espectáculo tan fuerte como para echar a los sabuesos sobre PM&A. Es probable que el verdadero motivo detrás de la persecución a Palfrey no se sepa nunca.

Madame D.C. defendió hasta el final el giro de su trabajo asegurando que no se dedicaba a ninguna actividad ilícita. Para ella, el erotismo de la entrevista entre el hombre y la escort no tenía por qué conducir forzosamente a la praxis sexual sancionada por la ley.

El campo de operaciones de Pamela Martin & Associates fue Washington, D.C., aunque su dueña no abandonó nunca la residencia en California. Deborah reclutaba a sus chicas con el auxilio de "buscadores de talento", pero también anunciándose en internet, en la guía telefónica del Distrito de Columbia y en periódicos locales como el Washington City Paper, una publicación semanal 'alternativa', y The Diamondback, un diario estudiantil de la Universidad de Maryland. Muchas de las call girls provenían de la burguesía acomodada y contaban con instrucción universitaria y empleos estables.

Lejos, alto y ancho

Deborah Jeane Palfrey nació en 1956 en Pennsylvania, hija de un vendedor de abarrotes. Asistió a la escuela de Leyes, aunque no se graduó. Realizó tareas administrativas para un bufete de San Diego; es ahí donde entra en contacto con los escort services. En 1990 enfrenta cargos por proxenetismo; intenta huir a Canadá, es capturada y pasa 18 meses en prisión (1992-93). Cuando queda libre, crea Pamela Martin & Associates.

Cuando en 2006 fueron congeladas sus cuentas bancarias, la expectativa de volver a la cárcel y perder dentro de ella los pocos años que la separaban de la vejez, desconsoló a Deborah; tanto que, en su desesperación, extrae de su manga un as muy peligroso: pone a la venta 21 kilogramos de registros telefónicos, pertenecientes a 15 000 usuarios que contrataron alguna vez a una escort. La mujer esperaba que la revelación de ciertos nombres haría bajar las armas a Washington. “Los tentáculos de esta cosa llegan lejos, alto y ancho en los estamentos del poder en Estados Unidos”, advirtió.

El 12 de abril de 2007, Palfrey identifica ante la justicia como uno de sus clientes a Harlan K. Ullman, ni más ni menos que el diseñador de la modalidad de ataque militar que bautizó como 'conmoción y pavor' ('shock and awe'), puesta en práctica durante la invasión de George Bush II a Irak. La doctrina de Ullman (comandante en retiro de la Marina de Estados Unidos, consejero empresarial y articulista del Washington Times) enseña que una serie de embestidas demoledoras y rápidas, sumadas a una exhibición constante y espectacular del propio poder, acaban por desmoralizar al enemigo y atraen hacia uno la victoria. Como sabemos ahora, el análisis de Ullman resultó demasiado simplista para interpretar correctamente la situación irakí y propició la situación de estancamiento que vive el ejército norteamericano en Medio Oriente desde 2003. Cuando la cadena de televisión CNN pidió la opinión del estratega respecto de los señalamientos de Palfrey, un lacónico Ullman contestó que "no era posible dar a esas alegaciones una respuesta digna".

Dos semanas más tarde, el Secretario de Estado adjunto para Asistencia Exterior, Randall Tobias, presentó su dimisión. En una entrevista con ABC News, Tobias aceptó haber sido cliente de Palfrey.

Que el Secretario reconociera haber contratado escorts para su placer personal resultaba particularmente chocante, pues Tobias, en su papel de Coordinador de la campaña contra el SIDA ('Zar del SIDA', le llamaban) de la administración Bush, ensalzaba las virtudes de la fidelidad monogámica y llegaba a recomendar la abstinencia sexual como método infalible de prevención de las enfermedades venéreas, oponiéndolo al uso del condón, al cual veía con desconfianza.

El siguiente ‘pez gordo’ en saltar en la red de Madame D.C. fue el senador por Louisiana David Vitter.

En realidad, si Palfrey pesca a Vitter, quien lo saca y lo muestra al público es Larry Flynt, editor de Hustler, la famosa revista pornográfica. Palfrey, en julio de 2007, viendo que no hay compradores para sus 21 kilos de registros telefónicos, revela algunos de los números de sus clientes. Un colaborador de Flynt, Dan Moldea (quien escribía un libro junto a Palfrey), identifica el número de Vitter y le marca para interrogarlo. El senador elabora de inmediato una respuesta, que dirige por escrito a los medios: “Hace muchos años, pedí y recibí el perdón de Dios y de mi esposa en la confesión [nota de Kiosco: Vitter es católico] y en la consejería matrimonial. Por respeto a mi familia, mantendré la discusión ahí —entre Dios y mi familia”.

Primera ironía: en 1999, Vitter había remplazado al congresista Robert Livingstone porque éste tuvo que renunciar a su cargo en medio de acusaciones de adulterio.

Segunda ironía: inspirado en lo que le ocurrió a su correligionario (Vitter y Livingstone son republicanos), Vitter había solicitado la renuncia del presidente de entonces, el demócrata Bill Clinton, al desatarse el affaire Lewinsky. Cuando le llegó su turno, Vitter no renunció (como tampoco lo hizo Clinton).

Tercera ironía: el apellido Vitter brota al poco tiempo de que ABC News, habiendo prometido dar a conocer los nombres ‘difíciles’ (esto ocurriría en la edición del 4 de mayo de 2007 del programa 20/20), súbitamente se echa para atrás y decide que no hay nada interesante en la lista de Palfrey. Newsweek consideró “cerrado” el caso.

Palfrey consiguió filtrar hacia la prensa la inclusión en su lista de Ronald Roughead, un científico que asesoró al bushismo en Irak, y Dick Morris, un publicista bien conocido en nuestro país: fue el estratega principal de la campaña presidencial del PAN en 2006 (ésa que se basó en el arquetipo de López Obrador como ‘un peligro para México’).

Pero el nombre más difícil de todos nadie fue capaz de repetirlo.

De acuerdo con el periodista y ex-oficial de inteligencia de la Marina Wayne Madsen, tres distintas fuentes, aparte de Madame, señalaron al vicepresidente Dick Cheney como cliente de PM&A. Palfrey no continuó revelando nombres porque la Corte le prohibió hacerlo; pero, con o sin restricción judicial, los medios de comunicación más populares decidieron no confrontar al vicepresidente Cheney con la información disponible.

Era forzoso el desarrollo de una ‘doble moral’ en el seno de la sociedad norteamericana, así como en las naciones que culturalmente quedamos bajo su influencia. Somos sociedades de medios rostros, como los de una antigua pintura egipcia; nuestras facciones oscilan entre el gesto afectado del escándalo y la sonrisa cínica. Estados Unidos quisiera poder ser leal a su herencia puritana, pero su vida espiritual, su ‘superestructura’, es moldeada por su ‘infraestructura’: la codicia, el consumismo, la mercantilización de las emociones, la cosificación de los seres vivos. Y del choque de esos dos mundos no surge una síntesis, lo único posible es el permanente contraste.

El 15 de abril de 2008, Deborah Palfrey es encontrada culpable de los delitos de lavado de dinero, chantaje y uso de correo con propósitos ilegales. El 1 de mayo, muere estrangulada con un nudo de náilon. Muchas muertes nos rondan, hipócrita lector.