Calderón perdedor

El debate de ayer entre candidatos a la presidencia tiene un gran perdedor: Felipe Calderón. Lo que más me decepcionó de Felipe Calderón –aunque nunca pensé en votar por él, sí lo reconocía como alguien aventajado al momento de debatir- es que se deshizo de su personalidad para intentar apropiarse de un personaje construido por sus asesores, pero nunca acabó de lograrlo. Tartamudeó en varias ocasiones, sus repetidos énfasis y la intensidad de su voz (lo que erróneamente suele denominarse “volumen”) delataban su nerviosismo, su sonrisa resultaba obviamente fingida. Eso sí: fue quien demostró mejor gusto para vestirse.
Andrés Manuel López Obrador, ganador en varias encuestas, como la del Diario Monitor, cuyos resultados muestra la fotografía, se valió de una estrategia que para muchos –incluyéndome– es desesperante: la de no contestar a los ataques sino en muy pequeña medida y dirigirse directamente al teleespectador o al radioescucha como si los demás candidatos no existieran. Es la misma estrategia que ha seguido durante buena parte de su campaña y, por lo que he leído, si le ha funcionado se debe a que la gente prefiere oír propuestas; las acusaciones no son tan determinantes como yo creía en la elección del voto. Sin embargo, yo sí me voy a ocupar de las acusaciones, porque no deben quedarse sin respuesta. Si no lo hicieron durante el debate, López Obrador y Calderón tienen que despejar en los siguientes días todas las dudas que fueron sembradas ayer por la noche.
Uno solo de los señalamientos de Calderón en contra de López Obrador es contundente y sólido: el de no haber reducido los índices de inseguridad pública cuando fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Estoy convencido de que AMLO pudo haber hecho mucho más para resolver ese grave problema.
Por lo demás, Felipe Calderón se dedicó a mentir. Como es su costumbre, se burla de la inteligencia de la gente (hasta de quienes votarían por él, como algunos de mis visitantes). Pongo un ejemplo: López Obrador, como era previsible, aludió al turbio asunto del Fobaproa. Calderón contraatacó llamándole mentiroso y le echó en cara el haber acogido en el PRD a Arturo Núñez, tan implicado en el Fobaproa como el mismo Calderón. Ahora bien, la extravagante alianza entre Arturo Núñez y el PRD no invalida la responsabilidad de Calderón en el Fobaproa. Lo justo, desde mi punto de vista, es que se haga pública la responsabilidad de cada quien: que Núñez reconozca que tomó una pésima decisión; que Calderón rinda cuentas de su responsabilidad en una deuda que, como proponía el PRD en 1998, podía haberse manejado de otro modo menos dañino para las finanzas públicas.
Háganse esta simple pregunta: si el Fobaproa no fue tan malo, ¿porqué Calderón insiste en decir que no tuvo nada que ver con él?
Grande fue mi sorpresa cuando Calderón, en su afán de deslindarse del Fobaproa, mostró ante las cámaras el libro escrito por López Obrador sobre este tema, mientras afirmaba con vehemencia que López Obrador aceptaba que la responsabilidad de la deuda estaba en otra parte (el PRI).
Felipe Calderón es un caradura. No peca (como algunos de mis visitantes) por ignorancia; por supuesto que ha leído el libro, y sabe que nada de lo que López Obrador informa en él respalda la supuesta inocencia de Calderón.
Reproduzco algunos párrafos del libro aludido, específicamente del apartado “La responsabilidad histórica del PAN”, que forma parte del capítulo 3.

“Pocas veces se había logrado un movimiento ciudadano de rechazo a una decisión gubernamental como el que se dio alrededor del Fobaproa. En encuestas nacionales, no sólo en la consulta, la mayoría del pueblo rechazaba la iniciativa del gobierno de legalizar el atraco que significa el Fobaproa. Pero esta voluntad mayoritaria chocaba con los intereses creados en el interior del Partido Acción Nacional.
Cabe decir que todos los partidos políticos se mueven por ideales y por intereses, pero en algunos, a la hora de la hora, pesan más los intereses que los ideales. Es obvio que el Partido Acción Nacional coincide con la política económica del gobierno, lo cual resulta lógico y entendible. Pero es inadmisible que esta afinidad lleve hasta la aceptación tácita de actos de corrupción y se asuma el papel de cómplice.
La postura de los integrantes del PAN fue ambigua desde el principio. Primero, cuando los invitamos a participar en la consulta, nos respondieron que sus legisladores iban a actuar en consecuencia y que no eran partidarios de politizar el asunto del Fobaproa.
El 14 de junio, Felipe Calderón, presidente de ese partido, nos comunicó en una carta:
Tanto el Comité Ejecutivo del Partido Acción Nacional como sus grupos parlamentarios están trabajando no sólo en las auditorías ordenadas por la Comisión que preside nuestro compañero Fauzi Hamdam, las cuales llevaremos hasta sus últimas consecuencias legales, sino también para ofrecer al pueblo de México la solución más justa al ominoso caso del Fobaproa.
Posteriormente, cuando dimos a conocer las listas, Vicente Fox pegó el grito en el cielo al preguntar, con su estilo: “¿Por qué el PRD desnuda, le baja los calzones a cientos de empresas y las exhibe ante el pueblo de México...?”
(López Obrador, Andrés Manuel: “Fobaproa: Expediente abierto”. México, D.F. Editorial Grijalbo, 1999).

Las fechas de los párrafos anteriores son de 1998. La consulta a que se refieren fue convocada por el PRD. 3 millones y medio de personas fueron consultadas; una abrumadora mayoría se manifestó en contra de convertir los pasivos del Fobaproa en deuda pública. En los días siguientes continuaré publicando extractos de este libro; lo que por ahora quiero que quede claro es que López Obrador nunca ha dejado de remarcar la responsabilidad del PAN en este asunto. Por supuesto, es el PRI el gran culpable de nuestra deuda; pero el PAN fue su gran cómplice, pues, de haber tenido Felipe Calderón la buena voluntad que por entonces presumía hipócritamente, habría apoyado la propuesta de Andrés Manuel y el PRD, que consistía en investigar a los banqueros implicados, aplicar las penalidades correspondientes y convertir una parte sustancialmente menor de pasivos en deuda pública. El PAN prefirió apoyar al PRI. El papel de Felipe Calderón consistió en lograr que el PAN hiciera suyo el plan del PRI.
Es absurdo que Felipe utilice el libro de Andrés Manuel para intentar limpiarse las manos. Me pregunto: si en algo tan simple como esto miente Felipe con toda frialdad, si crea mentiras nuevas cada día sin importarle que sean contradictorias (un día dice que AMLO emula a Hugo Chávez, al día siguiente dice que a Carlos Salinas), ¿cuántas mentiras más nos va a contar en su afán de llegar a la presidencia? ¿Cuántas mentiras nos contaría si fuera presidente?
No sé ustedes, pero yo no quiero en el gobierno de mi país a un tipejo tan sucio.
Felipe Calderón es un caradura. Felipe Calderón es un tramposo. Felipe Calderón se burla de la ingenuidad de sus propios seguidores.
Que no se ría de ti. Mándalo (cordialmente) a chingar a su madre.