lunes, marzo 12, 2007

Perversidad de las instituciones

Verónica Ortiz Lawrenz*
Columna La cáscara de la historia
EmeEquis

11 de marzo de 2007

La información es brutal. Una indígena de 78 años es golpeada y violada tumultuariamente en su propia casa por miembros del ejército mexicano en la comunidad de Tetlatzinga, Soledad Atzompa, Veracruz. Sus hijos la encuentran atada y moribunda. Hay testigos que ven a soldados entrar a la vivienda. La mujer fallece horas después a causa de la violencia ejercida sobre su cuerpo de anciana.
Ernestina Ascensio Rosario fue pastora, madre, abuela, bisabuela, mexicana, indígena nahua. Su pueblo es una zona de paz, de indígenas pobres. La historia trágica de Ernestina Ascensio y su familia es como muchas otras en nuestro país y tiene antecedentes.
Ya desde 2001, la Coordinación Regional de Organizaciones Indígenas de la Sierra de Zongolica denunció a pelotones del ejército que llegaban violando mujeres e invadiendo propiedades particulares donde instalaban sus cuarteles. Los militares al mando nunca atendieron las denuncias porque “ellos eran federales y estaban por encima de todos”, reporta Regina Martínez en la revista Proceso de la semana pasada. ¿Por qué los militares mexicanos están por encima de todos? ¿En qué se han convertido que ahora violan tumultuariamente a una anciana?
El ejército mexicano está en guerra. Sólo así podríamos explicarnos la saña, la perversión militar contra civiles. Todos los ejércitos se vuelven animales y se nutren de la sangre de sus enemigos cuando están en guerra. Porque en una guerra no hay culpables, caras ni nombres. Todos son asesinos. Sabemos que son cientos de denuncias contra el comportamiento indigno del ejército mexicano en todo el territorio.
Ahora, frente a la brutalidad ejercida contra Ernestina Ascensio por un pelotón de la 26 zona militar, este 25 de febrero, la Secretaría de la Defensa Nacional deslinda a los efectivos locales con boletines plagados de falsedades: “Se han ejercido diversas acciones y exámenes médicos (…) no se ha encontrado prueba alguna que los involucre”, apunta el boletín No. 17. Cuatro oficiales y 79 soldados de la base de operaciones García, dice un segundo boletín del 6 de marzo, “han pasado exámenes minuciosos que determinan que ninguno ha tenido actividad sexual siete días antes” de la violación tumultuaria contra Ernestina Ascensio.
¡Mienten! Nadie, ningún médico o especialista en sexualidad es capaz de determinarlo. Bárbara Illán, ex procuradora en Delitos Sexuales, en los programas de radio y TV de Carmen Aristegui explica: porque un agresor sexual no siempre eyacula adentro de su víctima, porque los agresores no siempre se lastiman, sobre todo si es una violación tumultuaria contra una anciana. Por si fuera poco, el caso que debiera estar en la Procuraduría de Justicia del Estado de Veracruz, porque la agresión fue contra una civil, sigue en manos militares.
La perversión de las instituciones es evidente: obispos de la iglesia católica cobijan a sacerdotes pederastas, el IFE, el Tribunal Electoral encubre y modifica información sustantiva de las últimas elecciones, el ejército es utilizado para intimidar y agredir a aquellos que se perciben como enemigos del sistema.
Los gobiernos estatales como el de Puebla, y ahora el de Veracruz, no dan garantías a los derechos de sus gobernados porque son parte del engranaje de corrupción e indignidad institucional. Usted, un campesino, una indígena, una mujer trabajadora, yo, cualquiera que se oponga o denuncie al poder infractor es el enemigo. Impunidad es la marca que deja el régimen que termina y el que empieza. Las instituciones al servicio del poder son culpables. Lo son por su indolencia y falta de autocrítica, su incapacidad de modernizarse y ejercer la justicia con democracia. Ellos son los responsables de este baño de sangre y violencia en el que vivimos hoy los mexicanos.
No seamos cómplices silenciosos ante tanta infamia. En el caso de Ernestina Ascensio y de cada mujer violada no sólo deberán ser juzgados y castigados los militares agresores, el hilo más delgado de este entramado perverso. También sus superiores, generadores de este sistema de intimidación aberrante que intenta adueñarse de nuestro futuro.

* Periodista y escritora, con una larga trayectoria en conducción de programas televisivos. Es autora de Mujeres de palabra y de la novela No me olvides.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya sabes que cuando akguien quiere hacer quedar mal al ejercito se consiguen disfrazes de soldados y buscan a una viejita para violarla. Al menos eso están diciendo en la tele.

Anónimo dijo...

jaja este anónimo nomás le falto el abrazo consabido para que fuera firmado por antonio. por cierto el articulo de hoy de miguel angel granados chapa se los deberías ir a reventar en la cara al rictus y al magu.
saludos de otro anonimo...

ErosGod1 dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ErosGod1 dijo...

La impunidad continuará, el gobierno que se edifica en el uso del temor a través de la fuerza militar, esta impedido de exigir la rendición de cuentas a quienes se han constituido en sus guardaespaldas.

Saludos Erat.

Anónimo dijo...

¡Canallas! lo más canalla que he visto! Y claro, le han dado tanto protagonismo y prebendas al ejército...cuidado!

Gerardo de Jesús Monroy dijo...

Gracias a todos por su visita.
Al segundo lector anónimo, gracias por avisarme sobre el artículo de Granados Chapa. Nomás faltó la dedicatoria para los moneros de la derecha: Paco Calderón, Magú y Rictus.

Antonio dijo...

Juro por el FSM y su tallarinesco apéndice que yo no fui el primer anónimo.

Tampoco identifico mi estilo en ese comentario pero tal vez no soy objetivo.

Un Abrazo

Gerardo de Jesús Monroy dijo...

No jures, que es pecado. Saludos, Antonio. Un abrazo.

Cerebro dijo...

Siempre se hacen como que nunca pasó nada.