lunes, diciembre 25, 2006

El nacimiento de Cristo

Jean Meyer*
El Universal
24 de diciembre de 2006

jean.meyer@cide.edu

* Profesor investigador del CIDE


La noticia de que Dios ha muerto no es ninguna novedad desde que Federico Nietzsche, "el pequeño pastor", nos la dio hace más de un siglo. Cincuenta años después, Thomas Mann, que no tardaría en recibir el Nobel de Literatura, apuntaba en su diario: "El fenómeno esencial de la época es el lento desapego respecto de las iglesias, que en el fondo están muertas, y la aparición progresiva de una religiosidad libre". Para él, Dios había dejado de morir, pero ratificaba, con anticipación, lo que hoy escriben muchos sociólogos y ensayistas; a saber, que las iglesias, especialmente la católica (y la ortodoxa), son arcaicos fósiles y que el cristianismo institucional se encuentra moribundo. ¿Será?

Nos dicen que el Dios de los cristianos -para el de los demás hay mucha indulgencia, al menos mucha "corrección política"- ha perdido toda competencia, tanto para la naturaleza como para la sociedad, la historia y los individuos. Ellas y nosotros se entienden y se explican por sí mismos, como bien le dijo el científico Laplace a Napoleón: "En mi sistema la hipótesis de Dios se ha hecho superflua". Y nos dicen también, algunos a regañadientes, que la religiosidad, el apetito para la religión, no sólo se mantiene, sino que crece. La aspiración a la fraternidad universal y a la vida eterna sigue siendo fuerte. El problema para esos críticos es que el cristianismo tiene mucho que decir y dar para tal demanda; hasta las críticas que se dirigen al cristianismo, a sus iglesias y sacerdotes invocan sus principios sobre el amor a los demás, sobre la dignidad de la persona, sobre los valores que fundamentan nuestra civilización.

Claudio Magris, el gran escritor italiano, a quien un periodista español hablaba de la lata que nos causan las religiones y Dios, contestó (El País, 30/X/06): "Con los fundamentalismos, el del islam u otros, Dios no tiene nada que ver. El fundamentalismo no es culpa de Dios. El problema no es tanto si la fe en Dios existe o no, sino si la idea de Dios es una idea fuerte, que da sentido o es una idea absurda. Yo siento con fuerza la idea de Dios. Luego, pienso que como no se puede demostrar, uno debe vivir con eso.".

Nietzsche hubiera dicho a Magris (lo escribió) que Dios es una hipótesis excesivamente fuerte, y que si él ataca a la moral cristiana es para superar una debilidad personal, la tendencia a la compasión. Pero apuntó también que el cristianismo fue un intento genial que ofrecía tres ventajas a los "desafortunados": "Un valor absoluto, en contraposición a su pequeñez y casualidad en el torrente del devenir y del perecer", "un sentido" que vuelve soportables al sufrimiento y al mal; impedir que los hombres (y las mujeres) "se despreciaran como hombres, tomando partido contra la vida".

Bueno, me dirán, y ¿qué tiene que ver todo eso con la Navidad, con el Crismas (escrito fonéticamente, no es un error de ortografía), con nuestro Merry Christmas de binacionales? Mucho, todo.

La fiesta navideña dista mucho de explicitar toda la fe de los cristianos; la Semana Santa no es menos importante, pero Navidad ha tenido siempre una gran importancia porque es el principio de la aventura que lleva a la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, al núcleo duro de la fe cristiana. Los estudios históricos y críticos sobre "el verdadero Jesús" han contribuido a purificar el relato de Navidad, pero la necesidad de misterio, maravilla, magia, sigue. Eso explica la permanencia, el arraigo popular de una fiesta religiosa que no se debe sólo a motivaciones comerciales, culturales, familiares. Es también la fiesta de la familia, y un enorme negocio anunciado desde que terminamos de comer, en noviembre, el último pan de muertos: siempre hubo, habrá siempre "mercaderes en el Templo" y es mejor tolerarlos con indulgencia. Esa fiesta, mejor dicho su fecha, hereda de las fiestas paganas del solsticio de invierno, del sol invicto que empezaba a renacer. Sin embargo, no deja de ser, en alguna parte profunda del inconsciente colectivo, la fiesta de la infancia, de la pobreza, del nacimiento misterioso del Niño, en un pesebre o en una gruta, en el frío y la intemperie; la fiesta de la maternidad, del parto de una joven mujer que no encuentra un techo para abrigarse, que da a luz entre los animales que son los primeros en saludar al infante divino.

Nuestra sociedad que desconfía de las iglesias, nuestros intelectuales que denuncian cualquier forma de ostentación religiosa, cuando es cristiana, no pueden satisfacer las necesidades espirituales de la gente. La humanidad de Jesús, manifiesta en ese pobre nacimiento, que celebró con ingenio inventivo el pobre por excelencia, el poverello Francisco de Asís con sus "nacimientos", esa humanidad de un Dios que se encarna para defender a los más débiles y pobres, se ha vuelto más popular en los últimos años, según nos dicen los sociólogos de la religión y los antropólogos. Ya no es tanto el Señor del gran Poder, el Todopoderoso Pantocrator, el Cristo en majestad del Juicio Final, sino el Niño Jesús, el carpintero de Nazaret, el que llora la muerte de su amigo Lázaro.

Que algunas fuerzas políticas hayan recuperado ideológicamente en el pasado, en el presente y logren recuperar en el futuro la figura de Jesucristo es otra historia, eso no disminuye la fascinación que la Navidad ejerce en el mundo entero, más allá del cristianismo. Además, la figura de María es inseparable de la del Niño Jesús y ¿quién puede soñar con figura más humana que la de esa jovencita que engendró a Jesús y cantó la Magnificat?


Mi alma engrandece al Señor

y exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador,

porque ha mirado la humildad de su sierva

(.) Desplegó el poder de su brazo

y dispersó a los que se engríen con los pensamientos de su corazón.

Derribó a los potentados de sus tronos

y ensalzó a los pequeños.

A los hambrientos los llenó de bienes,

y a los ricos los despidió vacíos.

(San Lucas 1, 46-53)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

REM les desea:
FELIZ NAVIDAD...

Aunque para millones de trabajadores y trabajadoras no será así. Su miserable salario aún no permite que saboreen la tierra donde mana leche y miel. Si confrontamos la Misión del Niño Jesús, a quien festejamos en Navidad, que consiste esencialmente en la justicia y el derecho (Is 9), quedamos muy mal.

Desde el inicio del cristianismo, la Iglesia Católica ha sido objeto de crítica y ataques. Nada nuevo bajo el sol al inicio del tercer milenio. Parte del contenido de las críticas son ciertas, por eso la Iglesia las ha tomado en cuenta y ha hecho el intento de mejorar y no repetirlas. Otros ataques y críticas, sin embargo, son mal intencionadas y tienen como fin destruir. Ojalá que quienes no son católicos den testimonio histórico de su fe y nos pongan la muestra a los católicos.

Atacar a la jerarquía eclesiástica es atacar a los feligreses; atacar o criticar a uno o a ambos es también atacar a Dios. Se da una síntesis entre Dios y la Iglesia, y una unidad entre la jerarquía y los laicos. En su teología uno es la cabeza; el otro es el cuerpo. El cuerpo sigue a la cabeza. Quien piensa que una cosa es la institución y otra la feligresía quedó atrapado e inmóvil en la historia. El vaticano II (1962-1965) revolucionó a la Iglesia.

¿Alienante la Iglesia Católica? Algunos piensan que ha sido el más grande estorbo para el Imperio en cuanto a sus propósitos de invadir a América Latina. Allí están los mártires que han firmado con su sangre. Y sin embargo, algunos quisieran mejor que los católicos continúen encerrados en el templo o en la sacristía. El que hablen desde una conciencia crítica molesta y pisa callos.

¿Voracidad en poseer bienes? Sus ingresos son de la buena voluntad de los feligreses. Tiene derecho a sobrevivir como institución, como lo tiene AMLO para seguir adelante en su lucha a favor de la Justicia y la Verdad. ¿Existen excesos? Así es y así ha sido desde los comienzos del cristianismo, pero ¿quién ha dicho lo contrario? También los clérigos están llamados a la penitencia, a la conversión y la salvación. También serán juzgados. Son hombres, tomados de entre los hombres, de una familia que vive en una colonia donde se mueve la droga, la pornografía y el alcohol, en una familia en donde se ha dado la violencia intrafamiliar y el adulterio, en una familia en donde la madre ha tenido que trabajar para poder comer. Sería buena idea importar clérigos de otros planetas.

Un Secretario de Estado, con la Reducción decretada por Don Fe-Cal ganará ahora $148,116.00, el sacerdote (un clérigo) de mi colonia según informes de sus colaboradores en la economía gana $ 4,300.00 mensuales. Generalmente cuando criticamos para destruir estamos peor que de quienes hablamos. Por eso, es mejor que construyamos juntos bajo las coordenadas de la convivencia respetuosa y solidaridad humanas.

La real voracidad de bienes es el motor del neoliberalismo, sistema que busca acaparar sin misericordia todos los bienes posibles, valiéndose del principio del "más fuerte". Se nos impone de manera global. A todos nos ha afectado, unos como explotadores; otros como explotados. Pero qué bueno que existen personas de buena voluntad que trabajan para tener otro méxico y otro mundo, donde no haya una sola persona y familia miserable. Muchos creemos así, pero en la práctica actuamos de otra manera, con voracidad. Para empezar, por ejemplo, muy probablemente nuestra trabajadora doméstica no haya recibido 15 días de aguinaldo ni tenga IMSS.

El caso de las viudas y familias de Pasta de Conchos, que actualmente viven en la incertidumbre, mientras que muy probablemente la familia dueña del Grupo Empresarial que son los dueños, en estos momentos estén diciendo "feliz navidad". Sus trabajadores recibían 600 pesos por semana por internarse todos los días en la mina asesina. Esto es verdadera voracidad, pues de los 15 mil mdp ganados en el 2005, no quisieron desprenderse de 20 milloncillos para darle mantenimiento a la mina.

En el campo político habría mucha tela de dónde cortar. Es suficiente cuestionar la presidencia de Don Fe-Cal. Esto es verdadera voracidad de poder y dinero.

Ojalá sigamos trabajando todos los que buscamos y anhelamos Justicia y Paz, Verdad y Respeto a los DDHH. Pidamos al Niño Jesús, a quien celebramos hoy, nos anime a seguir transformando para construir otro México y otro mundo. Alguien podría decir: “no creo en nadie”. Sin embargo, el ser humano es per natura un ser religioso. Todos creemos en alguien o en algo. Allí donde está nuestro corazón.

REM

Gerardo de Jesús Monroy dijo...

Feliz navidad, REM.

Mafalda dijo...

....
Yo de guardia y aún es navidad.
Felicidades a todos....


Mafalda

Anónimo dijo...

Muy buen artículo de Meyer. Cierto lo que dice. Igualmente el comentario de REM.
Muy oportuno compartirlo hoy.
¡Feliz Navidad!

Carlos Fausto dijo...

La probabilidad de que Dios exista es del 62% por ciento, según el cálculo realizado por el periodista y ensayista alemán Thomas Vasek a partir de una fórmula creada hace 250 años por el pastor presbiteriano y reputado matemático inglés Thomas Bayes.
Si me atreviera a contarles a mis abuelos de que Dios no existe estoy seguro que no podrían concebir la sola idea de ello, sin embargo para un joven preuniversitario la idea no podría sonar tan descabellada. Personalmente creo que Dios siempre ha representado: 1.Las formas de representación simbólica del orden y la constitución social de las sociedades, es por ello que existen diversas religiones de diversas regiones, y en cada conquista territorial, lo primero que se buscaba implantar fue la religión. Y 2.La forma en que la humanidad puede concluir y alcanzar sus eternas aspiraciones de superación y aliento, cuando sabe que los límites humanos han dado todo para resolver su situación, pero que los límites divinos aún pueden alcanzar más allá de lo mundano.
Puede resultar un poco funcionalista y objetable mi punto de vista, pero en eso radica la riqueza y complejidad de la concepción de Dios en la humanidad. Estoy de acuerdo en aceptar en que no puede haber sociedad sin mitos (entiéndase a este como una concepción divina), lo anormal sería una sociedad completamente laica; al igual que no puede haber sociedad sin orden.

Anónimo dijo...

DIOS

Mi apreciación al respecto es que la Justicia y la Paz, la Verdad y el Derecho, la Vida, no tendrían sentido si su origen no fuera un Ser Inteligente, Personal, Trascendente y que nos ha creado por Amor. Si así fuese, pensaría seriamente en incorporarme al equipo de Fe-Cal o en algún otro grupo delictivo bien organizado. Sartre tendría razón en su visión sobre la vida.

Dios no es un ente subjetivo. Allí está, es más, está entre nosotros. Cuando excluimos o marginamos a una persona, por más insignificante que sea, es a Dios mismo a quien atropellamos.

El itinerario que recorrió ese gran Padre de la Iglesia Obispo de Hipona en el siglo IV, para descubrir a Dios en su vida fue: "de lo exterior a lo interior, y de lo inferior a lo superior".

Saludos Carlos, EH, angeek, y mafalda, y que la Teotokos interceda a nuestro favor para transformar el méxico y el mundo actual en otros posibles y mejores.

rem