Mi artículo de este mes para el periódico Kiosco.
Bolivia: Lecciones de odio
Gerardo de Jesús Monroy
erathora@gmail.com
Evo se queda. Más del 67% de los votos registrados en el referendo del domingo 10 de agosto revalidó al indígena aymará Juan Evo Morales Ayma como presidente de Bolivia (referendo que todo el mundo insiste en llamar “revocatorio” aun si resultó ratificatorio de la gestión de Morales).
Quienes apoyan a Morales tal vez se hayan apresurado al festejar la confirmación del socialista a la mitad de su mandato (cada periodo presidencial tiene en Bolivia una duración de cinco años: Evo entró en 2006; su sucesor deberá hacerlo en 2011). La realidad nunca es halagadora. Nunca sabe a dulzura. En el parecer del sociólogo Heinz Dieterich Steffan (“Washington y la oligarquía triunfan en Bolivia”, artículo publicado el 12 de agosto por el portal electrónico Kaos en la red), el resultado de la votación “es una clara derrota del gobierno que no sólo refuerza la división de facto del país, sino que le concede a la subversión separatista un halo de legalidad que antes no poseía”. Cuando el artículo apareció no se sabía que la votación había beneficiado a Evo Morales (y al vicepresidente Álvaro García Linera) con el amplio margen que hoy conocemos, pero —en esto Dieterich es muy acertado— los socialistas no deberían contentarse si la derecha, el mismo domingo, intensificó su control sobre Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando, departamentos de la “media luna”, como le llaman a esa zona por la forma que dibuja en el mapa boliviano. La oligarquía de la media luna ha instaurado gobiernos regionales (prefecturas) rebeldes al presidente, que recibieron de los electores en el referendo del día 10 un apoyo similar al que confirmó a Morales en el cargo. Los prefectos demandan del gobierno nacional la anulación de la nueva Constitución, el reconocimiento de los estatutos autonómicos locales y la devolución de los recursos generados por impuestos a hidrocarburos (200 millones de dólares al año).
Está pues, el país, partido en dos. Con Evo y contra Evo. Se queda el indio pero se quedan también los enemigos acérrimos del indio. El papel no refleja medias tintas. El odio es grande, y también el amor. En la pugna política, el ciudadano se ve conminado a mirar en blanco y negro. Pero a mi hipócrita lector de México, ¿por qué debería importarle lo que ocurre allá lejos, en el sur? Me respondo: porque en el sur, lector, se desarrolla un proceso de la misma especie que otro que tiene lugar aquí, en nuestro país.
Mercadotecnia, encuestas y prestidigitación
Semanas antes ya de que fuera celebrado el referendo, la práctica totalidad de los analistas serios daba por hecho que Morales sería ratificado como presidente con alrededor de 60% de los votos de su lado. Pero la realidad, la vida, en las ágiles manos de los mercadotécnicos, es como un hierro duro que se ablanda; aplicando la fuerza necesaria, del bronce y del acero queda un hilo obediente, una lámina que canta los colores deseados.
En su excelente análisis “Las trampas del pavor” (portal Bolpress, 28 de julio), Antonio Peredo Leigue, ex-director del semanario Aquí y hoy senador por el partido de Evo Morales, MAS (Movimiento al Socialismo), refiere cómo a partir de una encuesta de la sociedad Captura Consulting “los periódicos nacionales acomodaron a su gusto y sabor los resultados [...] para mostrar que el gran perdedor será Evo Morales”. Un diario citado por Peredo sostuvo que “Evo sería ratificado con 49%, pero el MAS perdería sus dos prefectos”; en este caso —hace notar Peredo—, “aunque [en la encuesta] aparecían otros dos perdedores, [el diario] ni siquiera los mencionó”.
La encuesta de Captura Consulting dio lugar a una nota de Leopoldo Vegas que el diario santacrucino El Deber reprodujo el 21 de julio bajo el título “Evo pasa ‘raspando’ el referéndum revocatorio”. Vegas repite la cifra ‘rasposa’ de 49%, “que apenas alcanza para mantenerlo en el cargo que ocupa desde enero de 2005” (en realidad Morales asumió la presidencia el 22 de enero de 2006). Desde el principio, el reportero editorializa la nota (confusión de quehaceres, tan frecuente, en la que no debería caer un profesional de la información): “Hasta el momento, la campaña Bolivia cambia, Evo cumple, en la que el jefe de Estado reparte millones de dólares provenientes del Gobierno de Venezuela, no ha sido suficiente para elevar la popularidad del presidente de la República, Evo Morales”. El jefe de Estado reparte, entonces. Por lo menos Vegas no lo acusa de expropiar en su solo beneficio los dólares venezolanos que, por cierto, Morales no suelta así, sin más, sino que, donado de buena voluntad por el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez, el dinero se destina a proyectos productivos necesarios para Bolivia, se invierte en educación, en salud y ha auxiliado en la extensión del acceso popular a los servicios básicos. Que la nación está perdiendo su soberanía con una supuesta subordinación de Morales a Venezuela y Cuba, es una de las mentiras más insistentemente repetidas por los medios de comunicación.
Pese a su nula credibilidad —acaso porque la credibilidad no importa—, El Deber es uno de los medios bolivianos que con mayor asiduidad la prensa internacional utiliza como referencia. En nuestro país, la agencia informativa del Estado, Notimex, basa su conocimiento de la actualidad boliviana casi exclusivamente en lo que publica El Deber. Unas veces Notimex reconoce su deuda con el diario santacrucino; en otras ocasiones no menciona su nombre, mas su influencia es innegable en la redacción de notas con títulos alineados tan a la derecha como “Referendo revocatorio sería ‘suicidio político’ para Evo Morales”. El director de El Deber es Pedro Rivero Mercado, ex-embajador en Francia, cuya familia administra el periódico y posee acciones en la televisora PAT.
La radio y la televisión son las herramientas comunicativas mejor aprovechadas por los que se oponen a Morales. Días antes del referendo, políticos y politólogos invitados a programas de discusión, más los locutores mismos, aseveraron que los votos serían manipulados por el MAS, montando un fraude. Este intento de desacreditar al MAS va de la mano con la encuesta de Captura Consulting; como dice Peredo Leigue: “Así, cuando se anuncien los resultados oficiales del referendo, será sencillo decir que la encuesta es verdad y los resultados son mentira”.
El martes 12 de agosto, el diario paceño La Razón destacó como encabezado principal que “La OEA detectó irregularidades el día de la votación”. El sábado 16, cinco pequeños párrafos en la página 14 daban noticia de que “La OEA valida plenamente el referéndum”. Estrictamente hablando, La Razón nunca mintió: la OEA había detectado irregularidades —sólo que en un volumen muy escaso, insuficiente para invalidar la votación. El modo en que La Razón trató la noticia de la OEA nos sirve para ejemplificar dos trucos habituales de la prensa deudora del gran capital. 1) Buscar (y encontrar) el lado de la noticia que más convenga a los propósitos de la derecha (el propósito declarado de la derecha boliviana es derrocar a Morales): ¿hallaron irregularidades los observadores de la OEA? Sí. ¿Que son pocas? No importa; mientras se sepa de una sola hay que explotarla, exprimir todo su jugo en la cara de Evo. 2) Las notas favorables, bien afeitadas y compuestas, deben ir en primera plana, en letras grandes. No vale la pena emprender el incómodo esfuerzo de acercarse a la exactitud; las noticias feas, inconvenientes, que no se publiquen, y cuando haya que publicarlas (porque su silencio sería demasiado ruidoso), se les despachará en rápidos párrafos enviados a la página 14. La Razón forma parte del emporio europeo Prisa, propietarios en España del famoso periódico El País.
La Razón domina el estilo “sutil” de manipular la información, pero cuando hace falta miente de manera descarada. En su edición del lunes 11 presentó a Alberto Aguilar, del MAS, como revocado de la prefectura de Oruro; la permanencia o salida de Aguilar, sin embargo, no será decidida sino después del 24 de agosto. Escribo estas palabras la madrugada del 19.
El viernes 15, un grupo de seguidores del terrateniente Branco Marinkovic y del prefecto de Santa Cruz Rubén Costas, contrario a Morales, intentó tomar por la fuerza las instalaciones de la policía santacrucina (Costas ha repetido muchas veces que los cuerpos de seguridad local le deberán, en adelante, a él sus nombramientos y los desvinculará del gobierno central). El coronel Wilge Obleas, máxima autoridad policial del departamento, terminó en el suelo, sometido a patadas. El lunes 18, La Razón publica una columna donde el “periodista independiente” René Poveda Guzmán califica al gabinete de Morales de “ideólogos de la confrontación”. Ni un solo columnista de La Razón se ha mostrado crítico con el prefecto crucino.
“Son parte de una guerra sucia, la campaña de la prensa”, acaba de declarar Evo en Paraguay. “Ofendan o difamen, ya no se puede parar la conciencia del pueblo boliviano”.
Con el país roto a sus espaldas, Evo no debería subestimar la influencia de la prensa derechista en esa parte de la población a la que le han enseñado a detestarlo.
miércoles, septiembre 17, 2008
Bolivia: Lecciones de odio
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2 comentarios:
pobres latinoamericanos estan extendiendo el odio contra nosotros mismos
¡Gracias por visitar el blog! ¡Saludos!
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